Capítulo 32

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Abigail

—No puedo creer que vaya a conocer tu habitación, gatita. —dice Edward mientras sube las escaleras en dirección a los cuartos.

—Puedes disimular la alegría en tu voz —susurro con tono de súplica.

—No. —responde sin borrar la sonrisa de su rostro y yo bufo.

—No sé que le hayan de entretenido, si es solo una habitación. —digo encogiéndome de hombros.

—No es solo una habitación, es más que eso —lo miro con una ceja alzada para que continúe hablando—, la habitación dice mucho sobre nosotros.

—Entonces tendré que ver tu habitación para saber más de ti, ya que eres un misterio andante. —expreso sin pensar.

—Eso es una indirecta para que te invite a mi habitación, gatita. —dice con una ceja alzada y una expresión de pervertido marcada en el rostro.

—Por supuesto que no. —mi voz delata el nerviosismo de mi cuerpo.

 Claro que sí.

—¡Huy!, la gatita esta sonrojada. —dice acercándose a mi— ¿Te pongo nerviosa?

—Deja de decir idioteces, claro que no.

—Entonces, ¿Por qué estas toda roja?

—Es porque tengo... —mi cerebro busca una respuesta— calor, es que hace calor. —digo abanicándome con la mano.

—¿Calor? —dice riendo—, está lloviendo y hace frío. ¿Ahora qué excusa vas a buscar?

—Deja de molestarme. —le digo intentando parecer enojada, aunque cuando sonríe así es imposible enojarme con él.

—Está bien, vamos a tu habitación. —dice con una sonrisa mientras coloca su mano en mi espalda baja, haciéndome estremecer.

Admito que me gustó el gesto, tanto así que coloque mi cabeza en su hombro mientras caminábamos en dirección a mi habitación. En el camino cada vez nos acercamos a la puerta que guarda tantos recuerdos, unos pasos antes de llegar me estremezco haciendo que Edward me mire extrañado.

—¿Estás bien? —pregunta con una expresión preocupada en el rostro.

—Sí. —es la única respuesta que se lleva de mi parte.

Aun así, no duda ni un segundo en abrazarme más fuerte cuando me acurruco a su lado, buscando tranquilidad. La obtengo, la paz que siento cada vez que estoy en sus brazos me hace extrañarlo cada segundo, como si de mi lugar seguro se tratara.

Nuestros pasos se detienen al llegar a mi habitación, mi buen humor bajó un poco luego de haber visto la puerta. Edward parece notarlo, pero no pregunta, solo comienza a hablar para que mi buen humor vuelva.

—¿Qué voy a encontrar en tu habitación? —dice con un tono burlón.

—Bueno, no la he redecorado desde que cumplí quince así que supongo que lo típico de una adolescente. —digo encogiéndome de hombros.

—Entonces me preparo para ver posters de bandas famosas, chicos altera hormonas sin camisas y todo decorado de rosa. —la carcajada que sale de mi parte es más fuerte de lo que me he reído en toda mi vida.

—¡Basta!, que si río muy fuerte después me duele el estómago. —digo aun riendo.

—Me gusta hacer que rías, te ves... feliz. —sus palabras hacen mi corazón latir.

—Tú me haces feliz —le digo con una sonrisa— y bien, ¿Preparado para ver mi habitación?

 Recibo un asentimiento de su parte, que me lleva a abrir la puerta. La casa permanece en silencio, nuestros amigos deben estar ya durmiendo al final Aisha dormiría con su hermano y Theo dormirá en otra habitación. Ya que el otro chico que Dennis se fue porque lo necesitaban con urgencia en su trabajo, ser doctor debe ser muy difícil.

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