Capítulo 16

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Abigail

Mi cuerpo estaba helado y mi mente no paraba de rememorar aquellos recuerdos que abatían al más valiente de los guerreros.

“Sus padres murieron y su hermana esta grabe”

“Pobre niña”

“Hora de muerte 20:05h”

“Murieron instantáneo, no pudimos hacer nada”

“Ella lo presenció todo”

“¿Por qué no habla?”

“Tiene que ver a un psicólogo”

Las imágenes pasaban ante mi como un calidoscopio que no tenía fin, el dolor era la ausencia de mis padres y el aire olía a su ausencia.

¿Por qué una niña tan pequeña tenía que sufrir tanto?

Un grito que no sabía de donde provenía me sacó de mis pensamientos.

—¡Abigail!

Me volteé para saber de donde provenía, pero solo vi la cara de Jack antes de caer en la oscuridad.  

•✦───────────•✧

Edward

—¿Qué estés dando vueltas de un lado a otro no va a hacer que despierte? —me recriminó Dennis, pero no podía hacerlo.

La gatita se había desmayado y no se sabe la causa. Jack la encontró en un ala del hospital y cuando la llamó cayó al suelo. Hace exactamente media hora y aún no despierta.

Una doctora la atendió cuando Jack vino corriendo y gritando como loco. La llevaron a una habitación que queda a la derecha de la mía, es por eso que los chicos insistían en que me quedara en mi habitación y ellos me avisaban cuando saliera el médico, pero no.

No me muevo de aquí hasta que sepa que la gatita esta despierta y no corre ningún peligro.

Dennis bufó cuando no le respondí y seguía caminando con nerviosismo.

—Déjalo Dennis, cuando te enamores vas a saber lo que se siente.

Les iba a responder cuando la doctora salió de la habitación. Los amigos de Abby y yo atropellamos a la doctora con preguntas.

—Tranquilos, está por despertar. Le hicimos unos análisis y todo está bien.

—Entonces, ¿Por qué se desmayó? —cuestiono Aisha con su ceño fruncido.

Me pregunto lo mismo.

—Tuvo un ataque de ansiedad, ni su cuerpo ni su mente soportaron la tensión.

—Entonces se desmayó por lo mismo que tú.  —me susurro Theo.

Mi mente seguía procesando todo lo ocurrido cuando la doctora se dirigió a mí.

—¿Eres su esposo?

Claro, aún no desmentíamos nuestro matrimonio, así que me limité a asentir.

—Acompáñame, querrá ver una cara conocida al despertar.

Aisha abrió la boca para replicar, pero su hermano la tapó. En un momento tan difícil yo sería el que la viera al despertar.

¿Quién era yo?

Solo un desconocido que la gatita no soportaba.

Aun así, me quedé callado y caminé con la doctora, sería egoísta haciendo lo que quería.

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