Luces y sombras ✓

Capítulo 18

Abigail

Mientras camino para salir del hospital mi teléfono suena con un mensaje de Jack.

Abby, tuvimos que volver a la casa la abuela nos llamó, hablamos después y nos cuentas que decidieron, un beso.

Respondo el mensaje preguntando si algo le ocurrió a la abuela y al guardarlo retomo mi camino. Mis pies no avanzan mucho cuando una voz me llama.

—¡Abigail!

Clare llega hasta mi respirando pesadamente por la carrera.

—Hola, Clare.

—Hola, ¿Podemos hablar?

—Por supuesto Clare —asentí con curiosidad.

¿De qué querrá hablar?

—¿Puedes esperarme en la cafetería?, mi turno termina en 10 minutos.

—Ok, nos vemos entonces.

Se despidió con un gesto rápido antes de salir corriendo como mismo había llegado. Que vida más ajetreada tienen las enfermeras.

Caminé hacia la cafetería, me senté en una de las mesas alejadas para esperar a Clare. La verdad es que necesitaba hablar con una amiga y Clare se había convertido en una muy buena.

Jack me respondió el mensaje calmando mi preocupación por su abuela. Le dije que después iría para que me contara que había ocurrido, le conté que hablaría con Clare y me despedí diciéndole que le mandaría un mensaje cuando llegara a la casa.

Dejé el teléfono de lado y me acerqué a la barra para pedir algo de tomar, mientras me decidía divisé un rostro conocido.

—¿Abigail, eres tú? —la señora mayor detrás de la barra se colocó sus anteojos para verme mejor.

—Soy yo, Sra. Henderson —le confirmé y vi como sus ojos se cristalizaron.

—Oh mi niña hace mucho tiempo que no nos vemos, hará unos...

—Doce años —completé por ella.

—Te extrañé mucho Abby, está cafetería no es lo mismo sin ti.

En ese tiempo en que estuve internada por el accidente solía venir a la cafetería para esconderme, aquí no había médicos que me dieran medicamentos para obligarme a dormir, ni psicólogos que hacían preguntas que no podía responde y sobre todo aquí estaba la abuela que siempre quise tener.

—Yo también te extrañé mucho, abuela —salió de la barra para abrazarme.

Mis ojos se cristalizaron, había extrañado mucho sus abrazos.

—Ay pequeña, pero ¿Qué haces por aquí? ¿Estás bien? —su preocupación me hizo sonreír.

—Estoy bien, vine a cuidar a... —¿Qué era Edward para mi? —un amigo que está enfermo.

—Oh, ¿Y él ya está bien? —su preocupación por todos me conmovió.

Algo que siempre la caracterizó fue preocuparse por todos, incluso aquellos que no conocía, pero su corazón tenía amor para todos.

—Sí, mañana le dan el alta.

—Oh, me alegro mucho —entonces me miro como si recordara algo— espera, ¿Dónde está mi niño Jack? ¿Es él quien está enfermo?

—No, él está bien. Sigue siendo tan molesto como siempre —reímos las dos.

—Bueno, dile que venga por acá de vez en cuando a visitarme los extraño muchísimo —me volvió a abrazar—. Oh se me ocurrió una gran idea te voy a hacer pastel de manzana de los que te gustan.