Capítulo 3

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Capítulo dedicado a thalylov

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Abigail

—Entonces, ¿Tu tía está bien? —preguntó Jack.

—Bueno, bien no ha estado nunca, tú sabes que a esa siempre le han faltado dos tornillos y tres tuercas.

—¡Aisha!

La regañó su hermano y ella se encogió en su lugar como una niña pequeña, yo solo reí por las locuras de los hermanos Stuart.

Ayer, luego de salir huyendo de mi exhibición, corrí a casa de mi tía Lulú, porque sin duda el mensaje decía urgente con todas sus letras.

Según nuestro código el cual creamos luego de que yo saliera del hospital para cuando haya problemas en ambas partes, principalmente para mí, un signo de exclamación significa "urgente" pero aún puedo ir calmada ya que el peligro no es para exagerar.

Para un peligro un poco más urgente, donde tendremos que ir al lugar lo más rápido posible, utilizamos dos signos de exclamación. En cambio, los tres signos son para un peligro de vida o muerte, es decir que corre más rápido de lo que alguna vez en tu vida lo hiciste y ven volando de ser posible.

Así que, cuando recibí el mensaje de texto corrí —literalmente—, lo que sería una hora caminando en 20 minutos. Porque, si los tres signos de exclamación fueron una señal de alerta, más lo fue ser llamada por mi nombre. Mi tía solo me llama así cuando está muy, pero muy cabreada y puedo asegurar que la última vez que lo hizo yo tendría unos 12 años, y fue porque manché de pintura mi vestido nuevo.

Así que, como no me iba a asustar así, por suerte no fue nada grave lo que ocurrió. Sí, aún quiero matar a mi tía por preocuparme así por nada.

Cuando llegué a la puerta de la casa con el corazón en la boca solo podía intentar tranquilizarme al darme cuenta de que afuera al menos no había policías, abrí la puerta y me encontré a mi tía caminando de un lado a otro, portando un vestido de coctel y maquillándose.

Además de su nerviosismo no había ningún peligro. En ese instante se apiadó de mí y me contó que la "urgencia" era haber conocido a un guaperas en el ascensor de su trabajo y que en el momento lo invitó a cenar para darle la bienvenida al bufete en que trabajaba.

Solo que recordó a último momento que se le daba fatal las cenas y ahí es donde entro yo, me hizo correr como si se estuviera acabando el mundo para que le hiciera una cena a su nueva cita.

La verdad, compadezco a su cita, aún no sé como mi tía sobrevivió todos esos años sin mí.

—Aisha tiene razón, mi tía está loca en todo el sentido de la palabra —tomé un poco de mi licuado de melón y miré a los hermanos sentados frente a mí.

—Yo siempre tengo razón.

—Además —ignoré su altanería—, ¿Quién en su sano juicio dice que una cita es una urgencia de vida o muerte?

—Todos menos tú que no tienes citas.

—Auch, eso me dolió hasta a mí —dijo Jack haciendo una mueca de dolor exagerada.

—Gracias por defenderme Jack, que gran amigo.

—De nada, abejita.

Abejita. Sonreí al recordar aquel apodo cariñoso que los doctores me pusieron en aquel tiempo de dolor que viví, ya que el día que me internaron en el hospital llevaba una chamarra de la abeja Maya, la cual me había regalado papá.

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