Capítulo 5

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Edward

Día de la exposición

 —¡Ed! —dos voces al unísono me despiertan de mi sueño, antes que dos cuerpos pesados caigan sobre mi.

—¿Qué dem... —corto la frase evitando decir una palabrota— hacen aquí?

—¿Cómo nos preguntas eso? —declara Dennis ofendido.

—¿Qué hacen interrumpiendo mi sueño? —coloco la almohada sobre mi rostro, pero la quitan.

Bufo. Alguien que saque a estos pesados de mi cuarto que quiero dormir. Aquí es donde me arrepiento por darle las llaves de emergencia.

—¡Es tu cumpleaños! —exclama Theo—. Tenemos que celebrarlo.

Hoy, 22 de julio se cumplen 25 años de haber nacido. Fecha que me desagrada por no decir que la odio.

—Está bien, pero quiero un deseo de cumpleaños.

—¿Cuál? —me miran con atención.

—Que me dejen dormir. —mascullo sin ánimos.

—¡Edward, no seas aburrido! —se queja Dennis.

—Está bien —ruedo los ojos cuando empiezan a hablar a la misma vez emocionados.

No soy muy amante de celebrar mis cumpleaños, estas fechas me traen recuerdos dolorosos que prefiero permanezcan en el olvido.

A pasado un mes desde que llegué a esta nueva ciudad. Mis amigos me convencieron de tomar un respiro, huir perpetuamente de mi pasado es exhausto. Llegó el momento de tener una vida normal y dejar de lado mi pasado, aunque aún duela tengo que seguir a delante.

—¿Qué quieren hacer? —pregunto a mis amigos restregando mis ojos porque sé que no volveré a dormir, al menos no si siguen aquí.

—Tu eres el que está poniendo viejo, así que tu decide. —anuncia Dennis.

—No sé, hagamos cualquier cosa. —me encogí de hombros.

—¿Y sí estrenamos tu regalo? —da la idea Theo antes de que salga corriendo para regresar con una caja entre sus manos.

—Feliz vigésimo quinto cumpleaños, Edward.

¿Qué me han comprado estos idiotas? Espero que no sea otro pasé de esos para una cita a ciegas, quedé traumado de por vida la última vez.

Niego, evadiendo el recuerdo y lo abro, tres pedacitos de papel yacen en el fondo, una sonrisa se dibuja en mi rostro al leer la inscripción sobre uno de ellos.

—Una exposición de arte, ¿En serio?

—Eres un crítico de arte, te gusta estar rodeado de pinturas —Theo se encoge de hombros—. No encontramos mejor regalo.

—Saben que vivo de exposición en exposición.

—Sí, pero lo haces por trabajo. —aclara Dennis.

—Esta vez irás como espectador, a disfrutar el arte y no a juzgarlo. —lo secunda Theo.

—Saben que no van a poder impedir que de mi opinión sobre algún cuadro ¿No?

—No podemos impedirte hacer lo que amas.

Ellos tienen razón, amo mi trabajo. Desde pequeño me interesó el arte, cuando mamá lo supo buscó una academia para que estudiara, papá solamente lo ignoró pensando que era una ocurrencia de un crío y que lo olvidará en cuanto encontrará otra cosa "fascinante", pero como siempre, volvió a equivocarse.

Luces y sombras ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora