Abigail
Murmullos. Fue lo primero que escuché cuando mi cuerpo fue despertando.
Mis párpados se sienten pesados y mi cuerpo exhausto. Como si hubiera tenido un accidente. El recuerdo de una yo de 8 años me llega a la mente. Niego con la cabeza alejando el pensamiento y mareándome un poco.
Mis ojos luchan contra el cansancio y por fin logran abrirse por completo. Una ráfaga de dolor se posiciona tras mi cabeza haciendo que en mis labios se forme una mueca.
Intento moverme, pero me encuentro amarrada de manos y pies con bridas para cables, lo que provoca heridas al intentar moverme. Me encuentro acostada en un colchón viejo y mojado del cual evito pensar de que sustancia está mojado.
Es de día, lo sé porque entra un pequeño rayo de luz en la ventana clausurada. Pero no sé si es la mañana del día siguiente o el que le sigue o si ha pasado una semana. No sé cuánto tiempo llevo inconsciente.
El sonido de la puerta al ser abierta me pondré alerta.
—Despertaste ratita dormilona. —la sonrisa macabra en su rostro me da escalofríos.
—¿Qué estoy haciendo aquí? —cuestiono, pero no obtengo respuesta— ¡Oye!, te pregunté algo.
—Y yo te ignoré —mascullo y se acercó a mi con una daga en la mano.
Por un momento pensé que me haría daño así que me moví como pude encogiéndome en mi lugar.
—No te voy a hacer daño. —explica cortando las bridas para cables que sujetan mis pies—, al menos, no todavía.
Sus palabras me hacen estremecer. Con una extraña sonrisa toma mi brazo —que aún sigue sujeto al otro con la brida para cables—, me hace levantar del suelo con fuerza haciendo que casi caiga al suelo por lo débil que me encuentro.
—Intenta no caerte —me deja sin nada a donde sujetarme y sale, vuelve en unos segundos antes que caiga—. Toma.
Me tiende una barra energética que por un momento pienso negarme, pero estoy muy débil para hacerlo, él la lleva a mis labios y poco a poco la muerdo comiéndola toda.—Espero que ahora camines mejor porque no te voy a cargar. —y sin dejarme pronunciar ni una palabra comienza a arrastrarme por un oscuro pasillo.
No camina muy rápido pero aun así a mis pies se le complica un poco caminar. Respiro cuando por fin nos detenemos.
—Traigo a la chica que el jefe espera. —le dice al chico que está en la puerta.
—Déjenlos pasar. —con esa orden ambos comenzamos a caminar.
El camino es corto y más iluminado hasta detenernos en una puerta que parece un despacho.
—¿Lista para ver a tu Romeo?
Lo miro sin entender a que se refiere, pero tan poco me da tiempo a responder cuando abre la puerta, dejándome entrar.
Como lo suponía, en el interior también parece un despacho. Hay una mesa con dos sillas al frente y otra detrás. Por un momento pienso que no hay nadie en la habitación hasta que mi mirada se posa en la esquina donde hay un cuerpo en las mismas condiciones en las que estaba yo hace un momento. Pero eso no es lo que me hace llorar, sino que el cuerpo pertenece a Edward.
Corro sorprendida de que no me detenga, me tiro a su lado sin importar que mis rodillas se lastimen.
—Edward —lo llamo entre sollozos.
Con mis dos manos atadas toco su rostro desesperada, en un intento de que despierto y lo logro al ver esos hermosos ojos azules, que amo, fijos en los míos.
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Luces y sombras ✓
RomanceSu pintura esconde un secreto y él hará lo posible por descubrirlo. •✦───────────•✧ Abby esconde su dolor tras una pintura con luces y sombras, nadie va a descubrirlo, o eso creía hasta que conoce a un crítico de arte que se empeña en descubrir s...