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Aún me duele un poco el tobillo. Trato de no hacer mucho esfuerzo físico; por ende, toda la mañana la he pasado leyendo en mi sofá, y viendo un poco de televisión. Gloria dijo que pasaría más tarde para ver cómo estoy.

Detesto sentirme inútil. Ya me acostumbré al puesto de profesor, y en verdad disfruto el trabajo. Lo mejor de todo es que paso más tiempo con Gloria y Henry. El único pero es que ahora estoy rodeado de idiotas. Y me refiero sólo a hombres. Me he relajado, en comparación a mis años mozos; sin embargo, el rechazo sigue latente.

En secundaria, admito, fui un bravucón. Mi aversión a los hombres era tal, que los provocaba sólo para tener excusa al golpearlos. Todo eso cambió cuando conocí a Cindy, y me convirtió en un hombre medianamente pacífico. Luego entré al Ejército, y la violencia era el único medio para adaptarse.

Alcanzo a atender una llamada, luego de terminar el párrafo del libro.

—Diga —respondo con sequedad.

—Buenos días, Harry. Es agradable escucharte de nuevo —se trata de Alejandro.

—Lo mismo digo.

—¿Estás ocupado? Tengo un rato libre, y pensé en vernos. Comer algo, tal vez.

—Me encantaría, pero... ayer tuve un pequeño accidente, y no puedo salir de casa.

—¿Accidente? ¿Estás bien?

—Me torcí el tobillo jugando baloncesto con mis alumnos. Nada grave.

Ríe.

—¿Entonces estás en casa, guardando reposo?

—Sí...

—¿No te gustaría algo de compañía?

—¿Hablas de venir aquí?

—¿Por qué no? ¿Te molestan las visitas?

—Para nada... Yo... Eh... Está bien. Te enviaré la dirección.

—Genial. Llevaré algo de comer.

Llega en menos de veinte minutos. Al verme cojear, exclama lo adorable que luzco, y me hace sentir un poco incómodo. Deja sobre la mesa de centro el pay que compró, y tomamos asiento en el sofá.

—No suelo recibir visitas, así que lamento no ser tan hospitalario como se esperaría.

—De todos modos, en ese estado no esperaba mucho de ti. No sé si te guste el de queso. Fue lo único que se me ocurrió traer —señala el postre.

—No lo he probado. Aun así, gracias. —Juego con mis dedos—. Así que... ¿tenías tiempo libre?

—Iba a reunirme con un comprador, pero surgió algo y pospuso la reunión.

—¿Comprador?

—Exhibo mis obras en galerías, y hay mucha gente interesada en ellas. Él se fijó en una escultura de mármol, del desnudo de una mujer rompiendo en llanto mientras sostiene un ramo de flores.

—Impresionante.

—Gracias —sonríe—. ¿Cómo ha estado tu mañana?

—Bien. Eso creo. Aburrida. Prefiero salir, que estar aquí encerrado.

—Necesitas mantenerte ocupado porque estar a solas contigo te vuelve loco.

—Sí. Exacto.

—Te entiendo. Un colega del área de psicología dice que buscar algo que hacer es una manera de escapar de tus preocupaciones. ¿Qué haces cuando estás de ocioso? Piensas. De más incluso. Y te estresas. Y te dan ataques de ansiedad. Leí una frase que dice: «¿Estás bien o sólo estás ocupado?»

MayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora