Al salir del auto, decenas de ojos jóvenes se posan sobre mí. Me enorgullece portar este traje color verde olivo, lleno de medallas; sin embargo, es una prenda llamativa e intimidante.
La última vez que lo utilicé fue en mi ceremonia de jubilación.
Ingreso al edificio, seguido por ojos y murmullos, y haciendo retroceder a la mayoría. Gloria dijo que la vería al final del pasillo, y agradezco que logre vislumbrarla. Sálvame de esta incómoda situación.
—¡Harry, qué bueno que estés aquí! —exclama, abrazándome, para después separarse y contemplarme de pies a cabeza—. Santo Dios. Mírate. Luces imponente y apuesto. Tengo ganas de llorar otra vez por tu orientación sexual —se cubre el rostro con ambas manos.
—Eres muy dulce —sonrío—. Creo que los chicos piensan que vengo a reclutarlos o darles una sanción.
—Quizá así se comporten esos malcriados —acomoda las solapas del saco, y luego ajusta la corbata. Esos pequeños detalles me vuelven loco—. Los muchachos esperan adentro. ¿Estás listo?
—¿Sólo me paro frente a ellos, y me dibujarán?
—Básicamente.
—Estoy un poco nervioso.
—Cálmate. Ya te dije antes que eres un estupendo modelo. Te ves muy bien. Vamos. —Nos adentramos al aula, donde se encuentran dieciocho adolescentes, sentados en círculo, frente a caballetes. Nos volvemos el centro de atención. Yo, mas bien—. Chicos, él es el mayor Harold Duncan. Nos hará favor de ser nuestro modelo del día de hoy.
—Mucho gusto —digo, y la mayoría responde de igual manera. Aparentan ser educados. Hasta ahora, una buena primera impresión.
—Puedes tomar asiento en medio del círculo —me indica Gloria, mientras se desplaza a una de las sillas, que también está detrás de un caballete.
Obedezco. Me siento un poco intimidado al estar rodeado de tantos ojos que estarán atentos a cada gesto y milímetro de mi cuerpo, por una hora entera. Hasta me avergüenza lucir tan imperfecto.
—¿Qué tal una pose, Harry? —pregunta Gloria, ahora con gafas.
—¿Pose? ¿Qué...? ¿Como cuál? No soy bueno para esto.
—Extiende tu brazo. Cualquiera. —Obedezco, elevando el brazo derecho—. Ahora gira un poco la cabeza; como si observaras algo que sostienes. Puño cerrado. La otra mano sobre tu rodilla. Perfecto.
»Muchachos —se dirige a los chicos esta vez—, su tarea consiste en añadir un águila sobre el antebrazo del mayor, y una bandera. Ésta última pueden acomodarla a su gusto, en cualquier parte del cuadro. Puntos extra por creatividad. Este proyecto contará como evaluación final. Pueden comenzar.
Permanezco en la misma posición por casi veinte minutos, y mi brazo comienza a fatigarse.
—Puedes descansar unos minutos, si gustas. Luego reanudas la pose —dice Gloria, luego de verme suspirar.
—¿No afectará a la pintura?
—Para nada. Ellos saben lo que hacen.
Bajo el brazo, y froto mi cuello. Admiro lo concentrados que se ven todos. Gloria maneja bien a estos chicos, y su clase me parece espléndida.
Reanudo la pose.
La sesión finaliza al escuchar la campana, y todos se levantan para admirar cada uno de los bocetos.
Cuando los observo también, me invade un extraño sentimiento. Ver mi figura plasmada en un lienzo, estoico, me conmueve.
—¿Qué te parecen? —pregunta Gloria, tomándome de los hombros.
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Mayor
RomanceHarold Duncan decide jubilarse del Ejército luego de treinta años de servicio. Decide aprovechar el tiempo que le resta para reconciliarse consigo mismo, y adaptarse de nueva cuenta a la vida de civil; aun teniendo un hijo que lo rechaza y una exesp...