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A final de cuentas, el asunto con Alejandro me dejó intranquilo. No ha respondido mis mensajes, y no contesta mis llamadas. Decidí venir a buscarlo en la universidad donde Gloria y él trabajan. Unos profesores me dijeron que se hallaba cerca de la facultad de Arquitectura, así que me dirijo allí ahora, ignorando las incómodas miradas.

Cruzo un largo pasillo, hasta finalmente vislumbrarlo, junto a unos árboles, hablando con un hombre barbado, quizá de cuarenta, moreno y con gafas cuadradas.

Permanezco expectante, hasta que noto cierta cercanía entre ellos; después se despiden con un beso en los labios, y eso me enciende. Alejandro, al voltear, me ve y queda paralizado; en seguida, indica con la cabeza que lo siga, y entramos a los baños de hombres, para conversar. Es horario de clases, así que estamos solos.

—¿Quieres explicarme qué fue aquello? —pregunto, severo.

—Un beso —responde, cruzado de brazos.

—Me molestan las personas cínicas —frunzo el ceño.

—¿Qué quieres que te diga? —responde, entre risas—. Es la verdad.

—Pensé que tú y yo lo estábamos intentando.

—Yo pensé que lo nuestro había terminado.

—¿Sólo porque te rechacé un beso?

—Harry, por Dios, es obvio que no sientes nada por mí. Seguramente ni siquiera te parezco atractivo.

—Apenas nos estamos conociendo —respongo—. ¿Esperas que me lance sobre ti desde la primera cita?

—Sí. Porque yo pensé de ese modo. Me gustaste desde la primera cita. No tengo problemas para encariñarme con la gente, y amo las relaciones físicas. Creo que es otra cosa que no tenemos en común.

—¿Y eso tienes en común con aquel hombre? ¿Por eso lo besaste?

—Sí. Mira, no te sientas mal; no hay exclusividad tampoco. No somos nada. No engaño a nadie. No te engañé.

—¿Te involucras con muchos hombres a la vez, y te limpias las manos dejando en claro que no son nada?

—Sí. Es exactamente lo que hago. Además de ti y Logan, tengo a otros en la fila.

»No sé qué concepto tengas de mí ahora, pero te digo de una vez que soy un hombre que disfruta de su sexualidad, sin deberle nada a nadie. No me importa si me llamas promiscuo o ninfómano. Te aseguro que si me enamoro, soy responsable y valoro en serio a esa persona y la relación. Eso incluye mandar al diablo al resto. Te juro que pensé que quizá serías el indicado, pero era obvio que lo nuestro no iba a funcionar. No estamos en la misma frecuencia, Harry. Ni siquiera tenemos nada en común, además de ser un par de viejos a los que les gusta criticar a los jóvenes. Así que no te preocupes por seguir lidiando con este viejo egocéntrico —hace un sutil ademán.

—Entonces ¿es todo?

—He sido bastante claro. Ahora que lo pienso, creo que no eras mi tipo. Lo que me atrajo fue el trasfondo de tu persona, supongo. Creo que prefiero a los hombres con dos ojos —ríe, pero a mí no me causa gracia—. Oye, era una broma...

Aprieto los puños.

—Pensé que eras diferente —digo, antes de abandonar el lugar.

Trato de no permitir que los comentarios de otros me afecten; aunque no siempre lo consigo. He estado solo por mucho tiempo, debido a mis inseguridades. Alejandro era la última oportunidad que me di para volver a amar; sin embargo, resultó ser otra decepción.

Debido al encuentro, recuerdos dolorosos volvieron a mí. Me siento desmotivado y sensible. Por desgracia, es noche de reunión con el club, y permanezco apagado toda la sesión.

MayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora