Todos aplaudimos, luego de cantar a Maggie Feliz cumpleaños. En seguida, ella sopla las velas; después cada uno recibe una rebanada de pastel. Mientras todos comen, Henry y yo conversamos en un rincón. Betty vigila a los niños, a la par que habla con unas mamás. Joey y Max están sentados, juntos, jugando con el teléfono del mayor; y Maggie, vestida cual princesa, está rodeada por sus amigos, con quienes conversa animadamente.
—No sabía que tenía tantos amigos —comenta Henry, y procede a llevarse un trozo de pastel a la boca—. No sabía nada, de hecho. Es vergonzoso que prácticamente usted haya planeado todo. No conozco a mi propia hija.
—Eres un hombre ocupado; no puedes hacerte cargo de todo tú solo. Además, estos días que has pasado más tiempo con ellos, se han vuelto más unidos. Hasta Joey se ha comportado. Ya sabemos que detesta la piña.
Él ríe.
—Cierto... Gracias. ¿Qué le parece el pastel?
—Me empalagó desde la primera cucharada, pero lo terminaré.
—Y... ¿cómo va con lo de Nathan?
Enmudezco. Estuve tan distraído estas semanas, que me olvidé por completo del asunto. Me siento el peor padre.
—Creo que es un tema delicado... Perdón. No quería hacerlo sentir mal.
—Está bien. Es sólo que no había reparado en ello desde hace mucho.
Decidimos cambiar de tema; luego Henry se disculpa para ir al baño. Aprovecho el momento a solas para escabullirme al jardín, y busco el número de Nathan en mis contactos.
Dicen que la tercera es la vencida. Con mucho pesar, lo confirmo al obtener el mismo resultado que las veces anteriores.
Sin embargo, al disponerme a entrar de nuevo, mi celular vibra. Al ver que se trata de él, mi corazón da un vuelco, y acepto la llamada de inmediato.
—¿Sí? ¿Quién habla? —responde primero. Llevaba años sin oír su voz. Es incluso similar a la mía. Ya es todo un hombre. Tanto esperando por este momento, y ni siquiera sé qué decir. Podría llorar ahora—. ¿Hola? —insiste.
—Hola, hijo —respondo con timidez.
—¿Harold? ¿Papá?
—Sí. Lamento llamar sin avisar. Tu madre me envió tu número hace tiempo, y te llamé un par de veces, pero no respondiste.
—Oh, eras tú. Cabe aclarara que antes te tenía registrado, pero me robaron mi otro teléfono, y perdí todos mis contactos. No ignoré las llamadas; estaba ocupado, y, luego de ver que se trataba de un número desconocido, decidí no tomarle mucha importancia. No sabía que se trataba de ti.
—Descuida... Sólo quería saber cómo estás. No hemos hablado en mucho tiempo, y... me enteré, por Cindy, que ahora soy abuelo.
—¡Sí! ¿Puedes creerlo? Todo fue tan repentino. También me casaré.
—Nathan, me alegro mucho por ti. No te imaginas lo feliz que me hizo escuchar la noticia. Creciste muy pronto —sonrío—. Les deseo a ti y a tu prometida lo mejor.
—Gracias, pa.
—Ahora... quisiera decirte otra cosa... —Me desplazo por todo el jardín, buscando las palabras adecuadas—. Hijo, sé que no he sido el mejor padre. He estado ausente la mayor parte de tu vida, y ese hecho me avergüenza; sin embargo, aunque puede que no lo creas, te amo. A ti y a tu madre. Y siempre serán lo más importante para mí. Lamento no habértelo dicho antes. Y perdón por todo. Comprenderé si incluso me guardas algo de rencor. Sólo quería sacar todo esto. Prometo no seguir molestándote.

ESTÁS LEYENDO
Mayor
RomanceHarold Duncan decide jubilarse del Ejército luego de treinta años de servicio. Decide aprovechar el tiempo que le resta para reconciliarse consigo mismo, y adaptarse de nueva cuenta a la vida de civil; aun teniendo un hijo que lo rechaza y una exesp...