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—¿Qué te parece si mañana tenemos una cita?

Jungkook miró a su novio cuando escuchó su propuesta. Hizo como que lo pensaba y recibió un golpe en el hombro.

—¿Acaso estás pensando en rechazarme? No te lo permito, Jeon —El contrario soltó una carcajada y se le acercó para rodearlo con ambos brazos.

—¿Crees que sería capaz de rechazarte? Ah, en serio, mi novio no me conoce nada. ¿No debería ofenderme, Song Younghoon?

—Te conozco más que a mí mismo, Jeon Jungkook, ¿de qué estás hablando? —refunfuñó y su novio volvió a reír a carcajada limpia.

Al día siguiente ambos se levantaron temprano para poder preparar todo lo que llevarían a su cita en el campo, como había continuado ideando Younghoon la noche anterior. Jungkook guardó la última botella de jugo de fresa para su novio y terminó por llevar la canasta al auto.

Younghoon revisó todo lo que estaban llevando, procurando que nada faltase, pues era un camino un poco largo y al ser campo extenso, no encontrarían tiendas cerca.

—Revisa que no nos estemos olvidando algo, amor.

—Sí, capitán.

Jungkook corrió al interior de la cocina y revisó que nada faltara. Tocó sus bolsillos y abrió los ojos de par en par para luego correr hacia su habitación.

—¡Kook! ¿Ya vienes?

—¡Un segundo! —contestó en un grito para que le escuchase. Metió la mano en el fondo de su mesa de noche y de allí tomó la pequeña caja negra de terciopelo. Aprovecharía aquella cita al máximo, era la oportunidad perfecta. Sonrió para sí mismo y se guardó la cajita con los nervios de punta al escuchar pasos acercarse a él.

—¿Qué olvidaste, Kook?

—Mi gorro de la suerte —contestó hábilmente tomando lo primero que estuvo a su alcance. Se giró hacia su novio y se le acercó para darle un beso en los labios—. Ahora sí, ¿nos vamos?

Younghoon asintió en una sonrisa.

En un descuido, la noche les había tomado casi desprevenidos entre tantas risas y besos robados en el gran campo de Busan. Jungkook, acostado sobre la manta a cuadros, se levanta para darle su chaqueta a Younghoon, quien hace un puchero al recibir el abrigo de su novio.

—¿Quieres enfermar? Yo sano más rápido que tú, amor. Toma, abrígate.

—Estaré bien, cúbrete —le sonrió. Se acercó a la canasta y tomó de allí un par de velas que había colado al alistar las cosas—. Mira, para darnos calor.

—Si estamos por irnos ya —le miró con gracia—. ¿Harás fuego con piedras o algo así?

—Muy gracioso. Qué ocurrente estás hoy, Jeon Younghoon —Hoon soltó una risita viendo a Jungkook con un encendedor en la mano.

—Repítelo.

—¿Jeon Younghoon?

—Hmm, ¿qué tal Song Jungkook?

—Eso no puede ser —negó, acercándose al menor de ambos, con una sonrisa que de pronto se tornó tímida. Younghoon inclinó levemente la cabeza, mirándolo con curiosidad. ¿Qué se traía Jeon entre manos?

—Ah, ¿y eso por qué?

—Bueno, sucede que me tomé el atrevimiento de hacer una grabación que realmente sería difícil de cambiar por Song Younghoon —Younghoon frunció el ceño, más enredado que antes.

All of my LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora