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Las fechas de diciembre, en especial los días festivos, eran un poco difíciles de manejar para Jungkook. Propuestas de compañía no faltaban, de hecho, Namjoon o sus otros amigos del trabajo o universidad solían invitarlo a cenar en navidad o a fiestas para celebrar el año nuevo, pero Jungkook siempre parecía tener la excusa perfecta.

—Tengo mucho trabajo que entregar para la editorial.

—Estoy modo inspiración y estoy escribiendo unos capítulos.

—Creo que estoy un poco lejos, no llegaré a tiempo, lo siento.

—Iré al templo a pedir por buena suerte.

Claras mentiras que sus amigos ya conocían, pero nunca lo juzgaban y siempre lo invitaban aún si sabían cuál sería la respuesta. Comprendían a Jungkook y, siendo el menor de ambos grupos, trataban de engreírlo cada vez que fuese posible. Jungkook era hijo único, no tenía hermanos, pero nunca le había hecho falta el cariño y aprecio de sus noonas y hyungs en el ámbito laboral y cuando estudiante.

Se encontraba mirando un par de paquetes de sopa instantánea cuando su teléfono sonó. Vaya, no quería sonar egocéntrico, pero ya habían tardado en echarle una timbrada. Miró el objeto con la duda de si contestar o no.

—¿Hola?

—Jeon Jungkook, ¿llevarás el de pollo picante o el de carne? El de pollo está buenísimo, te lo recomiendo, pero mi sopa es la mejor —Jungkook se llevó una mano al pecho del susto y se giró a mirar a todos lados. Colgó.

—Hyung, ¿quieres matarme del susto? —Kim Seokjin se pegó una carcajada que atrajo muchas miradas. A lo que le importaba.

—¿Matarte? Eso lo hago con mis propias manos. Namjoon-ah, ¡por aquí! —llamó a su esposo con la mano—. ¿Pensabas perderte? Te he visto con ganas de querer colgarme la llamada —le apuntó con un dedo.

—Solo vine a comprar algo, hyung. Namjoon hyung —sonrió saludando a su otro mayor cuando se acercó, y no pudo evitar acercarse con emoción al más pequeño que llegaba junto a él—. Ah, Soobinie, ¡mira lo grande que estás! —lo cargó en brazos y el menor lo abrazó con fuerza.

Jin y Namjoon eran sus hyungs favoritos, eran una pareja de alrededor de unos seis años de matrimonio con un tesoro llamado Soobin de tan solo cuatro años, al que el dúo adoptó cuando apenas era un bebé. Soobin adoraba a su tío Jungkook, pues era quien siempre le compraba cuentos y lo llevaba a comer postres de vez en cuando.

—Soobin ha estado preguntando por ti estos días, ¿cómo te atreves a ausentarte tanto tiempo? —se quejó Jin.

—Hyung, la editorial-

—Namjoon te puede querer creer ese cuento aún si trabaja contigo, pero yo no me lo trago. Te conozco como si te hubiese parido, Jeon Jungkook —le regañó. Si Jungkook tuviese cola y orejas, las hubiese agachado en ese momento—. Mira donde te vengo a encontrar, ¿en un supermercado un 31 de diciembre? ¿Pretendes cenar fideos para abrir el año?

—Fideo, arroz —señaló Soobin, mirando la canasta que sostenía su tío—. ¡Pan!

—Muy bien, mi amor —le sonrió Jin a su querubín—. Jungkook, vienes con nosotros.

Jungkook abrió mucho los ojos. Namjoon, detrás de su esposo, le miró negando con la cabeza, como pidiéndole que no se arriesgara a negarse a Seokjin. Soobin imitó a su papá.

—Hyung.

—No es una consulta. Ven aquí, mi cielo, hoy tío JK vendrá con nosotros. Te comprará un cuento, ¿verdad, JK?

All of my LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora