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—¡Ya te dije lo que pasó allá adentro! ¿Por qué no me crees?

—¿Cómo puedes decir algo así con tanta ligereza? Jimin- Jimin, no tienes que jugar con algo como eso solo para hacerme renunciar, ¿sabes?

—¿Me estás llamando mentiroso? Taehyung... ¡Taehyung! Mírame cuando te hablo, ¿de verdad-?

—No entiendo por qué te desagrada tanto la señora Kang. En verdad quiero comprender en qué momento nos trató mal como para que te incomode tanto y nos tengas peleando así.

—Tú en serio crees que estoy mintiendo, Kim Taehyung.

No era una pregunta. Taehyung no dijo una sola palabra más al ver la mirada cargada de lo que parecía ser decepción que le daba su amigo y desvió los ojos a un lado para evitarlo. Se sentó en el sofá aún con la vista sobre la alfombra y solo escuchó el furioso portazo que Jimin dio al salir del departamento.

Se pasó ambas manos por el rostro, sintiendo las ansias recorriéndole el cuerpo. ¿Por qué habían tenido que llegar hasta tal punto?

Se terminó de recostar en el mueble y miró al techo. Estaba molesto por la actitud tan áspera que había tenido Jimin, quien se la había pasado reclamándole su decisión durante el camino a casa y él solo trató de defenderse manteniendo su positivismo. ¡Era un trabajo! ¿Por qué Jimin no podía pensar en todo el tiempo que habían estado buscando uno? ¿De repente había perdido la memoria? Todavía le dolían los pies por haber caminado tantos días bajo el frío de Seúl en busca de un empleo. Trató por todos lados enseñarle los pros de trabajar allí, empezando porque estarían juntos, pero el rubio se rehusaba sin darle mayor chance.

Prefirió guardar silencio, escucharlo hasta que llegaran a otro tema, porque Jimin enojado no era la persona más tratable del mundo. En su relación, Taehyung era el paciente de los dos y lo sabía, no le molestaba, paciencia le sobraba. Así que calló, hasta que el contrario intentó hacerlo cambiar de opinión por las malas con una acusación tan mala como la señora Kang agrediendo a sus trabajadores.

Por supuesto, le enojó que quisiera verle la cara de tonto. No le creyó. Pero ahora, ahora... no sabía como sentirse. Un brazo se le cayó fuera del sofá y un puchero se le curvó en la boca al recordar que su cachorro tampoco estaba en casa, así que se había quedado completamente solo. Sorbió su nariz y se frotó un ojo. De haber estado presente Yeontan, al menos lo hubiese distraído mordiéndole los dedos con esos filudos dientes de leche que se traía.

¿Qué estaría haciendo con su vecino? ¿Habrán salido a pasear?

Miró a su alrededor y exhaló con desahucio. Esperaba que Jimin no tardase en volver, no quería discutir más con él, lo amaba demasiado y entendía que, tras esa dura coraza, el rubio intentaba proteger un sensible corazón. Quizá se había pasado de la raya al desconfiar de él, tendrían que hablarlo más tarde sin tantos nervios de por medio.

Se removió y dejó que su cuerpo lentamente se deslizara hacia el suelo. ¿Por qué, hoy como nunca, no tenía trabajos de la universidad por terminar? Si no hacía algo, la pena iba a carcomerle el pecho y él no quería terminar llorando solo en medio de la sala hasta que Jimin regresara.

Jungkook pegó un salto cuando su teléfono sonó por la notificación de un nuevo mensaje. La mano le tembló y su envase dejó caer un par de palomitas que Yeontan no dudó en devorar. El escritor se llevó una mano al pecho y pausó la película de terror que estaba viendo al ver quien le había escrito.

All of my LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora