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—Shh, shh, tranquilito —susurró Taehyung a la pequeña nariz que soltaba agudos alaridos de tristeza—. No llores, no llores.

—¿Necesitas más abrigo? Taehyung, toma esta toalla, casi no la he usado.

Taehyung miró a Jungkook con los ojos sorprendidos, y aceptó la tela que lo ofrecía a toda prisa.

—M-muchas gracias, Jungkook-ssi —Le tembló la voz del frío. Levantó con cuidado al cachorro y con ayuda del contrario, envolvió al pequeño can que temblaba como una gelatina.

El escritor vio temblar también al menor, quien tenía el cabello mojado casi cubriéndole la mirada. Con su pesado y chorreante saco en manos, ni siquiera pudo ofrecerle algo para cubrirse, así que miró a las puertas esperando a que el ascensor subiera más rápido. Taehyung movió la pierna con nerviosismo en la misma posición que el contrario y soltó un estornudo.

¡Ay, no! ¡No quería enfermar de nuevo!

Se mordió la boca para no lloriquear frente a su vecino.

Las pesadas puertas de metal se abrieron en el cuarto piso y segundos antes de que Taehyung saliera, Jeon vio la cabecita completa del can asomarse. Se ganó un regaño y Jungkook dejó ir una sonrisa.

—Hasta luego, Taehyung —se despidió de un atolondrado chico que caminaba hacia su puerta.

—H-Hasta luego, Jungkook-ssi...

Ya, Jungkook, háblale un poco, ¿se la pasarán saludándose y despidiéndose así?, se regañó.

—Por favor abríguese y un baño tibio le caerá muy bien al cachorrito —Le recomendó antes de ingresar la llave a su puerta.

Taehyung no le respondió y la ansiedad lo obligó a apresurarse con la llave que lo traicionó cayendo al suelo.

—Jungkook-ssi —Taehyung cerró los ojos para tomar aire antes de continuar.

Tenía que hacerlo, ¡Jimin iba a morir si el chiquitín entraba en la casa!

—Jungkook-ssi, ayúdeme, por favor. ¡Por favor! Por favor, solo un ratito, se lo pido.

El pelinegro se levantó del suelo con torpeza cuando escuchó la nerviosa voz y miró alucinado al de cabellos castaños, quien junto al cachorro, lo observaban a la expectativa.

                                                                        

                                                                                           

—¡Hasta luego, sunbaenim! —se despidió Taehyung de uno de sus mayores en la salida de la universidad. Tosió un poco por el aire que empezaba a correr y se aferró más al gran abrigo que traía puesto. ¡Menos mal le había hecho caso a Jimin! O estaría hecho un cubito de hielo.

Metió la mano al bolsillo y notó que no traía la tarjeta de bus. Era la señal de sus ángeles que le indicaban que debía caminar a casa, seguro para ahorrarse dinero para otra ocasión. Así que se acomodó la bufanda y con Lee Hyun cantándole al oído, emprendió camino a casa.

Ka-tok! Ka-tok, ka-tok, ka-tok!

Mimi: Taetae, me quedaré trabajando con un grupo :(

Mimi: Te veo en casa, ¿sí?

All of my LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora