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Jungkook había estado asistiendo al menos tres veces por semana al consultorio de Yoongi, y podía decir ahora con seguridad el por qué de tanto éxito de su hyung. No sabía con certeza si todo se debía a él y sus consejos, pero estaba funcionándole de maravilla y había podido avanzar de manera un poco más eficaz su nuevo informe.

Había dejado de alucinar y eso lo tenía más tranquilo.

—Hyung, ya te envié el archivo —le informó a Namjoon por teléfono—. ¿Está por ahí Soobin? ¿Me lo pasa?

Su humor había mejorado un poco, no todo era rosas y flores, pero podía notar un cambio en sí mismo después de haber ido con su hyung. Era mágico. Procuraría recomendarlo en la editorial cuando fuese por allí, a ver si también les cambiaba las caras a los jefes.

—Yoongi hyung, ¿estás libre hoy? —le preguntó a su mayor, mordiéndose un dedo del aburrimiento. Había enviado los archivos y no tenía dramas coreanos que quisiera ver. Había pensado en que invitar a comer a su amigo sería una buena idea.

¿Olvidaba que las sesiones habían sido gratis? No. Y le pesaba la conciencia no pagar las citas, pero Yoongi había ordenado a la señora Choe no brindarle información sobre sus cuentas bancarias. Se rehusaba a cobrarle a su menor.

—Tengo dos pacientes hoy así que... saldré de aquí alrededor de las seis —le comentó mientras revisaba su agenda—. ¿Ocurrió algo?

—Quería invitarlo hoy a comer. ¿Se puede? —Yoongi sonrió ligeramente—. Hyung, me pesa la conciencia.

—Ya te dije que no es necesario que me pagues, Kook. Me alegra que estés mejor ahora. ¿Desayunaste bien?

—Sí. Pero, de verdad quiero compensarlo, aunque sea vayamos a tomar una botella de agua —escuchó que el mayor reía al otro lado de la línea—. ¿Eso es un sí?

—De acuerdo. ¿Seis y cuarto en Coffee King?

—Vaya, qué bueno que les esté yendo bien. Hace mucho que no hablo con ellos —comentó Yoongi antes de dar un sorbo a su bebida—. Soobin debe estar muy grande. Lo vi cuando era así de diminuto.

—Ahora es así de inmenso —Puso su mano a la altura de su cadera—. Y es muy inteligente.

—Seguro será psicólogo.

Jungkook se rio sin evitarlo.

—Namjoon y Jin hyung son muy buenos padres —agregó—. ¿Y tú, hyung?

—¿Yo? —negó con una mueca, casi con caso. Jeon se resistió una carcajada—. Soy alérgico.

—Ah, sigue siendo un gatito arisco, hyung. ¿No le interesa nadie? ¿ni un poco?

—Estoy bien como estoy —partió un poco de su pastel y le dio un bocado—. Soy feliz.

Yoongi no mentía. Era feliz viviendo solo y disfrutando de su soltería sin que nadie le picase la paciencia. Jungkook no cuestionó más, pues él también estaba solo y había disfrutado del amor cuando hubo la oportunidad. No se esforzaría en volver a probar de eso, podía sobrevivir.

Después del encuentro en el café y de un Jungkook insistente con pagar todo lo consumido, se despidieron con un abrazo hasta la próxima cita. Había sido un buen día. Jeon decidió no apresurarse en volver a casa en taxi así que fue caminando, aprovechando en tomar aire y pensar un poco más en el siguiente proyecto que dentro de poco debía conversar con más formalidad en la empresa.

Saludó al conserje del edificio antes de caminar con mucha paciencia hacia el ascensor, e ingresó a la gran caja de metal con más calma aún. El café le había calentado todo el cuerpo y se sentía muy cómodo aún si el frío buscaba colarse en su cuerpo.

Esperó a que las puertas se cerraran para así poder llegar a su piso. Pero una mano las detuvo, seguido de una bola blanca gigante que entró a toda prisa haciéndolo a un lado a él mismo en el proceso.

Taehyung tosió cubriéndose con el antebrazo después de bajarse la mascarilla, pues ésta lo estaba asfixiando después de haberlo usado todo el día. Presionó el botón 4. Exhaló frío y se frotó los brazos en un intento de obtener calor. Volvió a toser con las amígdalas volviendo a arderle un poco. Logró escapar del pollo frito con ayuda de Jimin y Bogum, quien le ofreció su gran abrigo blanco para que se protegiese mejor del frío, pero ni esto parecía ayudarlo demasiado. Quizás debió guardarse un día más en casa.

Agh, ¿qué era eso tan incómodo debajo de su pie?

Bajó la mirada y notó allí un zapato más, justo debajo de su zapatilla. Alertado levantó la mirada hacia su derecha, donde encontró a quien menos creyó volver a ver tan pronto.

Jungkook retrocedió asustado, con una mano en el pecho.

—¡Aléjate! —le gritó antes de darse cuenta. Taehyung también gritó espantado, cubriéndose con la mascarilla y pegándose a una esquina del ascensor.

No, no, no. Esto no puede estar pasando. ¡Estoy alucinando!

Ambos pensaban lo mismo.

Jungkook fue el primer en salir corriendo apenas las puertas se abrieron y Taehyung notó que ingresó al departamento que estaba al lado del suyo.

¿Eran...? ¿eran vecinos?

¿Todo ese tiempo habían vivido uno al lado del otro?

Esa noche Yoongi recibió la llamada de un Jungkook sollozando y perjurando que se había vuelto loco.

  

  

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