25

1.8K 259 96
                                    

25

                                                                                                                                                  

—Estoy tan cansado... ya no quiero andar así. ¿Por qué no vamos a Gangnam a buscar un sugar daddy? O mejor ahorro y me voy a Japón, allá aprovecharán lo que aquí no —Se lamentó Jimin recostándose en la cama después de una largo día tratando de buscar trabajo—. Ojalá pudiese cobrar citas de una hora por 250 mil won.

—Ese hombre debe ser muy profesional, Mimi. Cuando terminemos la carrera, verás que tendremos un buen trabajo como él y ganaremos mucho más.

—Lo veo tan lejos en este momento —murmuró contra la almohada. Alzó la mirada y miró a su amigo—. ¿Y tú no estás cansado?

—¿Yo? —miró al rubio, y se recostó a un lado suyo mirando todavía su teléfono—. Claro que sí.

—Se nota —contestó con recelo el otro.

Taehyung se había pasado buen rato viendo el celular y de ratos con sonrisas tontas después de una larga caminata buscando empleo. Parecía no estar afectado, sin una gota de cansancio; y por otro lado, estaba Jimin, con los pies hecho trizas. Park trataba de disimular, pero la curiosidad le picaba y quería saber qué traía así de ocupado a su amigo. Ya eran dos semanas en las que se mordía la lengua para no preguntar por qué ya no lo esperaba después de la universidad, por qué ya no pasaba tanto tiempo siquiera con el grupo o por qué parecía siempre asustado, como si fuese a ser descubierto.

Estaba tan distraído que ni siquiera había notado que su mejor amigo tampoco pasaba tanto tiempo en casa.

Ya no le mandaba tantos mensajes, ni para preguntar qué estaba haciendo.

—¿Qué haces? —se animó a preguntar, con la suficiente pereza para no presionar al menor en lo que sea que estuviese haciendo. Esperaba que con la mirada supiese reconocer que quería bastante información como respuesta.

—¿Eh? —Allí estaba de nuevo Taehyung en la luna—. Ah... encontré un video sobre perritos graciosos —le mostró su teléfono.

Ka-tok!

Taehyung giró rápido el celular y Jimin volvió a enterrar el rostro en la almohada.

¿Sería posible que haya conseguido un nuevo mejor amigo? ¿O que estuviese saliendo con alguien y no se lo esté contando? En todo caso, ¿por qué no se lo diría?

—Si somos como hermanos —suspiró, acomodándose de lado en el mueble del consultorio. Observó al psicólogo—. ¿Crees que se siente muy presionado por mí? ¿Lo habré abrumado?

—Si hay algo que te esté ocultando, quizás está esperando un buen momento para contarlo. Por todo lo que me dices, eres muy importante para él —contestó el doctor, escribiendo en su libreta.

—¿Y si no le he dado la confianza suficiente? —miró hacia el techo—. Yoongi, él es mi bebé. Siempre trato de cuidarlo porque a veces es muy inocente, ¿sabes? Cree que todo el mundo es bueno, o que alguien malo en el fondo tiene buen corazón, ¡y puede ser! Pero en ese proceso por sacar lo mejor de alguien, uno termina herido. No quiero algo así para él. ¿Y si está con alguien de ese tipo y por eso no me lo quiere contar?

Yoongi pasó por alto, una vez más, que Jimin no haya usado honoríficos para dirigirse a él, solo porque acababa de decir algo que le parecía muy importante.

Habían ocurrido casi tres semanas desde que había recibido al universitario en su consultorio, y Yoongi quería decir que era uno más de los muchos pacientes que había tenido, pero lo cierto es que ninguno, jamás, ni uno solo le había reclamado por ser costoso.

All of my LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora