Capítulo 26

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-Inglaterra-

Después de años de trabajo duro como líder y padre, por fin me había dado un descanso del país.
A los ingleses les costó trabajo entender que yo ya había vivido por mucho y que necesitaba unas largas vacaciones pero estarían bien sin mi.

Mi vida ha estado rodeada de lujos y lo tenía todo. Pero para mi retiro, decidí comprarme una casa cerca del castillo por si acaso ocurría algo, yo acudiría inmediatamente.

Me serví una taza de té con galletitas, listo para la hora de té diaria.

Si pudiera descubrir mi casa en dos palabras sería chica y acogedora, mucho mejor que el frío y vacío castillo. Las galletas de animalitos me recordaban a mis hijos Estados Unidos y Australia, que peleaban por ellas constantemente. Todavía podía escuchar sus gritos agudos "¡ES MI GALLETA!", "NO ES MÍA".

Cada que lo recordaba de me reía en silencio, eran buenos tiempos aquellos, ahora que están grandes uno es un egocentrico patan y el otro mi hijo de oro, aún no me acostumbrara a que se cambiara de género pero hacia lo posible por apoyarlo.  Le mandaba ropa arcoíris y botas vaqueras cuando las veía.

Coloque dos cubitos de azúcar en el té, esperando a que el reloj sonara para sentarme a tomarlo.

De la nada unos golpes se escucharon en mi puerta, seguro era Dinamarca que me vendría a acompañar como siempre.

Me levante caminando lentamente a la puerta y abriéndola, encontrándome con nada más y nada menos que Alemania parado sobre la lluvia empapado. Su cabello negro parecía una cascada por tanta lluvia y su ropa se había pegado a su cuerpo.

- Por el amor a la reina Isabel - exclamé viendo las gotas escurrir por su cabello - ¿No te has traído una sombrilla?, te vas a resfriar.

- Se me olvidó que aquí llueve mucho - me susurro.

Arrastre un tapete de baño hacia la puerta para que no moje la madera, haciéndolo entrar. Tome una toalla de la mesa de la entrada para secarle la cabeza

- Pero agáchate que estás muy alto - levante los brazos, el chico me sacaba una cabeza cuando era un joven de dieciocho ahora me sacaba cuatro - Dios todavía me acuerdo cuando eras un adolescente, el cabello rubio te quedaba muy bien y no parabas de jugar sobre la lluvia, me sorprende que jamás te hayas resfriado.

Le coloque la toalla en la cabeza cuando se agachó, sacudiendo el cabello para secarlo. Poco a poco se inclinó hacia mi, hundiendo su cabeza en mi hombro como lo hacia de pequeño.

- Wow Ale - coloque ambas manos en su pecho para no caerme - Recuerda que ya no eres delgado, vas a hacer que caiga y no quiero romperme el coxis.

Cerró la puerta de una patada haciendo que salte. Normalmente hacia eso cuando se sentía mal o enojado.

- ¿Te encuentras bien? - le acaricie el cabello ya un poco más seco - ¿Que pasó?, ¿Me hiciste caso sobre lo que te dije hace unos días?.

Colocó sus brazos alrededor de mi cintura, levantándome del suelo mientras me abrazaba.

- ALEMANIA - lo mire sorprendido - Cuidado no me vayas a tirar.

Camino por la casa buscando la sala, echándose hacia atrás y sentándose conmigo en brazos.

¿Pero que demonios le pasa a este chico?.

Quise mirarlo pero cada vez apretaba más el abrazo casi asfixiándose, Dios santo se me olvidaba que hacía eso muy seguido. De Joven no molestaba tanto por que su masa muscular era igual a la mía, pero el tiempo pasa rápido y ahora me superaba.

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