Capítulo 25

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- Sofía -

- ¿Me pueden explicar que fue todo eso? - Les pregunte a mis tíos.

Cristina y Antonio solo me miraron, como si quisieran telepáticamente comunicarse conmigo. No estamos tan avanzados en tecnología para eso.

- ¿Me van a decir o se van a quedar ahí parados? - me cruce de brazos - Mi papá recibió un balazo y ustedes no parecen preocupados.

- ¡A ver mocosa! - España me jalo la oreja - ¿¡Que te he dicho de subirte a coches de extraños?!.

- ¡TU ME DIJISTE QUE LO HICIERA! - tome su mano para que me soltara.

- ¡NUNCA ME HAGAS CASO CUANDO TENGO A ZACK A MI LADO! - se hincó abrazándome - Ese hombre me saca de mis casillas, solo estoy feliz de que estés sana y salva.

- Abuelo, papá está herido - lo aparte - ¿No te preocupa?.

- Buenooooo - Miro a otro lado nervioso.

- ¡POR QUE A NADIE LE IMPORTA QUE MI PAPÁ PUEDA ESTAR MUERTO! - grite aún más confundida.

Los tres se miraron entre ellos

- ¿Quien le dice? - Cristina se rascó el cuello incomoda.

- Yo no, que se lo digan sus papás - Antonio se lavo las manos - O que su abuelo le diga.

- No me dejen el trabajo sucio a mi - Mi abuelo suspiro, girándome de regreso a verme - Escucha mi amor, tu papá está bien, no te preocupes por eso, te lo aseguro.

- ¿Por que estas tan seguro?.

- Confía en mi - Abuelo me dio un beso en la frente - Lávate los dientes y a la camita que mañana tienes escuela.

¿De verdad podía confiar en él?.
No entendía aún cuál era el gran secreto de ellos. Si son activistas no tenia nada de malo que me dijeran, quizás es algo mucho peor.
Me acosté en la cama pensando en todo.

Lucius parecía una gran persona, se me hizo raro como actuó mi abuelo. Tome mi teléfono mandándole un mensaje a mis papás en el grupo familiar

"Hola chicos, los quiero y los extraño, por favor regresen pronto".

Apague mi teléfono lista para dormir.

- Alemania -

Tenía que hacer una visita a Mini Méx después de mi platica con Inglaterra. Tenía razón, como siempre, tenía que tener a alguien ahí para aconsejarlo.
Puede que me ofendiera un poco su comentario, pero era por el bien común de la gente, si podía hacer algo lo haría.

Me detuve enfrente de su puerta, no sabía si tocar o abrir, me daba un poco de nervios hacerlo.

La puerta se abrió, su secretaria deteniéndose en shock cuando me vio. Pasó de estar sorprendida a emocionada rápidamente, volteándose a Mini Méx

- ¡México!, Alemania está aquí - abrió más la puerta - Los dejó solos.

Entre con las manos detrás de mi espalda, sintiendo mi arma escondida debajo de mi camisa.

- ¡ALEMANIA! - Mini Méx gritó, estampándose contra mi abrazándome.

Me tambalee un poco por el impacto, sorprendido por su reacción.

- Alemania perdóname de verdad fui muy cruel contigo no debí de decir eso debí de quedarme callado - hablo rápidamente viéndome, se había quedado los pupilentes cafés y su cabello ya estaba creciendo de regreso a rubio.

- Yo - quise hablar pero me interrumpió.

- Perdón por entrometerme en tu vida, no se que me pasó y no se por que te dijo eso pero de verdad lo siento - se apartó nervioso.

- No pasa nada - conteste sin más - Entiendo que estuvieras estresado.

- No no no justifiques lo que te dije - se giró dándome la espalda.

Asentí, poniendo una mano en mi espalda

- Escucha Mini Méx, vine aquí por que siento que podría ayudarte - me aclare la garganta.

- Alemania quiero decirte algo - se giró sentándose en la mesa - Es importante.

- Ah... claro - quite mi mano de mi espalda - Dímelo con confianza.

- Estos últimos días fueron muy difíciles, entre las protestas y el gobierno me estaba desquiciando, sentía que no tenía control sobre nada - se giró de nuevo dándome la espalda, asomándose por la ventana - No podía dejar en pensar en alternativas para que la gente me escuche.

- Claro - tome el mango de mi arma nuevamente, sacándola de abajo de la camiseta.

- Pero tampoco pude dejar de pensar en ti - se pasó una mano temblorosa por su cabello - Fui cruel, demasiado y me sentí terrible, pero quería saber más de ti por que no te entendía.

Suspire, cargando el arma con el mayor silencio posible.

- No entendía por que alguien tan... bueno y Perfecto ... querría juntarse conmigo, pero después de lo que me contó Inglaterra, ¡Y SE QUE NO DEBÍ PREGUNTAR pero mi curiosidad me ganó!, siento que te entiendo un poco más - Ambas manos le temblaban nerviosamente - Y disculpa mi atrevimiento.

- Continua - levante el brazo apuntando a su cabeza.

- Pero me gustas, Ale - confesó sin más.

Me quede paralizado, casi se me cae el arma de las manos.

- Quizás no sea un buen momento, pero te comportaste tan lindo conmigo y después de saber que fuiste alguien fuerte en tiempos difíciles, me terminaste convenciendo que yo igual puedo serlo, me inspiraste - todavía no volteaba a verme a pesar de que tenía un arma hacia su cabeza - Y también me termine.. si se puede decir así, enamorando de ti.

Guarde mi arma rápidamente antes de que volteara a verme. Tenía las mejillas rojas y le temblaba el pecho un poco.

- No se si puedas ayudarme, pero si me puedes dar un consejo lo agradecería mucho.

- Escucha y habla con México - respondí rápidamente cubriéndome la cara, sentía que me ardía.

- ¿Eh? - CDMX respondió - ¿Te encuentras bien Ale?, tienes la cara roja.

- Háblalo con él, México conoce este gobierno, sabe por lo que has pasado, solo escúchalo - mire a otro lado - Yo solo puedo decirte que no tienes que dejarte controlar por nadie, tampoco tienes que cambiar tu aspecto físico para agradarle a todos, se tu y la gente te apreciará más, por que a la gente le gusta las personas reales.

No escuche nada por su parte, lo mire de reojo para asegurarme que no había hablado con la pared;
Pero ahí estaba, parado viéndome con ojos de cachorro, con las manos juntas y el cabello completamente rubio, vaya que es rápido, seguro aceleró su proceso de cambio mientras hablaba.

- Okay, lo hablaré con él - asintió sonriendo - Gracias Ale, te quiero.

Sentí una punzada en el corazón, me tambalee lejos cubriéndome la cara de nuevo.

- Solo cuídate Mini Méx - abrí la puerta saliendo corriendo de ahí.

Sudaba de los nervios y mis manos estaban frías, el corazón casi se me sale de mi pecho mientras corría.

A lo lejos en un café vi a México y Rusia ayudando a una ambulancia a atender a unos protestantes heridos.

- ¡MÉXICO! - le grite.

- Ey Ale - me miró sorprendido - Wow estas rojo.

- Ya hable con Mini México y está dispuesto a escucharte tú has lo tuyo yo me voy de aquí - lo sacudí de los hombros.

- ¿O-Okay? - respondió confundido - ¿Y a donde vas exactamente?.

- No se no se no se - conteste nervioso - Yo me encargo de eso tu encárgate de lo otro.

- ¿¿¿Ooooookaaaayyy???? - miro a Rusia aún más confundido.

Me aleje, caminando sin rumbo.
Necesitaba a alguien que estuviera para mi desde siempre para que me ayude.

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