Capítulo 29

5K 776 1.6K
                                    

- Australia -

No dude que la reacción de URSS fuera tan agresiva. Después de todo, soy hijo de Inglaterra y su relación no es la mejor.

Lo arrastra hasta la calle, donde el fácilmente se desamarró y se levantó listo para disparar.

- ¿Sabes como se apacigua al ganado? - tome el látigo de mi cintura.

- Cállate maldita - disparó tres veces queriéndome dar en el pecho.

Esquive todas las balas, girando y utilizando mi látigo para quitarle el arma de la mano

- Esta ya es un poquito personal - sonreí sabiendo que le iba a romper la cara.

- OYE URSS - Venezuela salió con su pistola en mano - ¿DONDE ESTÁ PARA QUE LE DISPARE?.

Giré mi soga, lanzándola y atrapando a Venezuela y Ahmed al mismo tiempo.

- Uy - ambos apartaron sus cabezas para no chocar.

- ¿Nos vamos a besar? - Venezuela sonrió.

- No es momento - Ahmed se sacudió intentando romper la cuerda.

Los jale hacia mi, sentando a ambos en el suelo

- Quédense aquí - les ordene.

De la nada sentí que alguien me atacaría por la espalda, me giré viendo a Azteca aproximándose con cuchillos en las manos.
Oh vaya, un oponente que si vale la pena. No podía lastimarla pero podía controlarla como al ganado.

Golpee el suelo con el látigo, ahuyentándola

- Vengaaaa que vengo a ayudarte - le grite.

URSS me tomo del cabello, jalándome hacia atrás

- Eres igual de molesta que Inglaterra - me vociferó.

Ah no, no dejaría que me siguiera tratando así.

En esta carretera solo había lugar para un vaquero, y ese soy yo.

Con el látigo le pegue en la cara para que me quitara las manos de encima. Con otra soga lo rodee tres veces, una ves en el pecho, otra en el cuello y la última en la boca.

Para controlar a un caballo salvaje, tienes que aguantar lo suficiente encima de él para tranquilizarlo. Pero URSS no era un caballo, solo un idiota con la masa muscular de una bestia, así que a los idiotas los jalamos al suelo hasta que se les baje el enojo.

- A dormir - con la soga maniobre para amarrarle las muñecas, inmovilizando toda la parte de arriba de su cuerpo, y sin equilibrio de ambas partes, uno se cae.

- Ay eres una hija de puta - me gruño con la soga en la boca.

- Soy más hombre que tú - me giré viendo a Azteca queriéndome clavar el cuchillo en el pecho.

La tome de la muñeca, alejando su cuerpo de mi, pero para ser sinceros, es muy fuerte; si me hubiera tomado desprevenido quizás me hubiera ganado.

- Tienes suerte de que se como tratar a las serpientes para no matarlas - le apreté la muñeca en cierto sitio que hizo que sus reflejos soltaran el cuchillo.

- ¿Me estás llamando serpiente? - gruño ofendida.

- Si, eres igual de silenciosa y mortal que una - me tomo de la muñeca, doblando mis dedos - AY.

Le di un cabezazo pero para mi sorpresa, pareció que no le dolió.

- ª - susurre - ¿Alguna vez has peleado con canguro?.

No te vuelvo a perder Donde viven las historias. Descúbrelo ahora