Capítulo 17

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-URSS-

- ¡Gracias por el ride señor! - Venezuela se despidió mientras el coche avanzaba.

- ¿De verdad tenemos que esperar un camión? - pregunte tirándome al suelo de la parada de autobús.

- Pues si tuviéramos un JEEP - Venezuela me gritó.

- Ya entendimos - Iraq le dio palmadas en la espalda.

- Si me dolió, ya le había puesto nombre - se limpió una lágrima - Lagartija el jeep.

- Que bueno que lo destruí - susurre.

Imperio de acercó a la máquina dispensadora de comida en la parada. Mirando los botones y la comida.
Me levante para acercarme a ella

- ¿Se te antoja algo? - pregunte murándola de reojo.

- Lo que sea, muero de hambre - suspire.

Le di un puñetazo a la máquina, haciendo que tire dos papas, unas galletas, agua y un refresco.

- Señorita aquí le vengo a traer variedad - me apoye en la máquina sonriendo victorioso.

- Gracias - sonrió, agachándose para tomar las cosas.

A lo lejos pude escuchar a las ratas susurrar

- Dicen que del amor al odio solo hay un paso - Venezuela se acercó a Iraq.

- Pero nosotros no nos odiamos - Iraq lo miro confundido,

- Pues nos saltamos todo ese paso nene - le guiño el ojo.

Me confunden esos dos, que se consigan un cuarto.

- URSS - Azteca me llamo, haciendo que mi atención se dirija nuevamente a ella.

- ¿Que pasa princesa? - me hinqué a su nivel.

- Mira, un catarina - me mostró en su dedo meñique al pequeño bicho sonriendo.

- Para ser una mujer poderosa, me sorprende que un bicho te emocione tanto - tome su mano.

- ¿Uno no puede apreciar la naturaleza sin verse débil? - me gruño.

- Nunca dije eso - me levante del suelo para ver a los dos tórtolos - ¿Y el autobús?.

- Ya viene - Venezuela gritó - No se cuando por qué no tengo reloj por que mi único reloj era la radio del jeep.

- SI QUIERES YO TE COMPRO EL JEEP DESPUÉS PERO CÁLLATE YA - Iraq le ordeno harto.

- Ay ¿serías mi sugar daddy? - Venezuela se estampó contra él - También quiero un avión privado, un pony y un dragón de Komodo.

- ¿Para que quieres un dragón de Komodo? - pregunte con un poco de interés.

- Son geniales esas cosas - Venezuela sonrió.

Sentí que alguien me tocaba el hombro, me giré lentamente, viendo a Azteca colocándome dos catarinas en el hombro gentilmente, solo sus dedos tocando mi camiseta.

- ¿Que haces?.

- Dos son de buena suerte - sonrió - Son bellísimas.

- Claro, tan Bellas como la persona que tengo enfrente - sonreí mirándola.

Su cara reflejó sorpresa por el cumplido, dio una risa a medias y me pegó en la espalda alejándose de mi.

Ya por fin me agarraba confianza nuevamente.
Quizás así ya podría hablar con ella y me tomaría en cuenta.

El camión llegó y no era nada de lo que me esperaba. Era una camioneta blanca con tres asientos largos atrás. Por fin podría acostarme a dormir cómodamente.
Nos llevarían a la estación más cercana para tomar otra estación y así sucesivamente hasta salir del país.

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