Capítulo 3

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- Alemania -

Después de tanto tiempo, ya no podía salir de día, solo de noche. No soportaba que la gente me reconociera por las calles y me llamaran por mi nombre, así que me fui a un lugar donde nadie me conoce, México.

Caminar por las calles de noche era más relajante, era terapéutico hasta cierto punto, y el tequila se convirtió en una de mis bebidas favoritas.

Todas las noches salía a un puente cerca de donde me quedaba a vivir. Vivía con una señora que había perdido a sus hijos en un ataque del crimen organizado, así que me di a la tarea de ayudarla con todo lo que necesite.

Esa noche, no era el único en el puente.

Había una jovencita encima del barandal, con el cabello largo café y la piel bronceada, mirando abajo.

- Hola - me acerqué lentamente.

La chica se giró con lágrimas en los ojos, casi como si fuera una molestia que estuviera ahí.

- Aléjate o me lanzaré - me gritó.

- Tranquila - levante las manos - Solo quiero hablar contigo.

- No es cierto, solo no quieres que me suicide, todos son iguales, cuando estas a punto de hacerlo entonces ahí si te quieren - me lloro.

- ¿Por que no vienes aquí y me cuentas que te pasó? - acerqué mi mano - Déjame ayudarte.

- ¿Por que te importa tanto? - se limpió la cara con una mano - Nadie me va a extrañar .

Me baje el gorro de la sudadera que traía puesta, dando pasos lentos cuando se cubría la cara para limpiarse las lágrimas.

- Vamos, permíteme escucharte - levante la mano hacia ella para tomarla del suéter que traía puesto - ¿Como te llamas?.

- Mariana - me dijo entre llantos.

- Okay Mari, ¿Te puedo decir así? - la tome delicadamente del suéter.

- No, solo mis amigos me dicen Mari.

- ¿Y no puedo ser tu amigo?.

- Por que querrías ser amigo de una niña de dieciséis años, tienes la edad de mi papá.

- Bueno, si se ve un poco raro ¿no es así? - me reí nervioso.

Ella asintió riéndose un poco entre soplidos y suspiros tristes.
Mientras se reía, tome el otro lado de su suéter, bajándola del barandal a mis brazos, abrazándola suavemente.

- Nadie me quiere - tembló en mis brazos - La cague.

- ¿Quieres contarme qué pasó? - me senté en el suelo con ella entre mis piernas para cuidarla de que no se acercara al orilla.

- No, me vas a juzgar - se limpió las lágrimas.

- Prometo no hacerlo - le quite el cabello de la cara.

- Okay, mande unas fotos mías desnuda y ahora todos la tienen, mis amigos y mis papás las tienen y me siento muy avergonzada - se cubrió la cara - Soy una tonta, no debí de confiar en él.

Suspire, no podía entender su situación por que jamás la viví pero desde una perspectiva externa, si es algo que puede traumatizar a una niña tan joven.

- No permitas que eso te defina, todos cometemos errores y podemos mejorar de ellos - le quita más cabello de la cara.

- Lo dices por que jamás te ha pasado - me miro con sus ojitos cafés.

- Bueno, si me ha pasado - sonreí nervioso.

- ¿Tu también pasaste fotos? - me pregunto sin creerlo.

No te vuelvo a perder Donde viven las historias. Descúbrelo ahora