Introducción 🔞

11.7K 1K 873
                                    


Mi cuerpo impacta contra la pared mientras que el pelinegro no deja de manosear mi cuerpo y nuestros labios siguen en una guerra de quien es el primero en poseer al otro. Mi mente ya no se encuentra presente si no en las mil imágenes que pasan por mi cabeza expectante a lo que sucederá esta noche entre este hombre de hermosos ojos azules y yo.

Lleva sus manos a los tirantes de mi vestido y rápidamente los baja dejando mis pechos desnudos los cuales se encarga de magrear, apretando los pezones enviando una corriente dolorosa pero a la vez placentera en todo mi cuerpo, los jadeos no se hacen esperar y yo no me cohíbo pues los suelto como si no estuviésemos en un lugar con mucha gente.

Mi mano baja por su camisa soltando uno por uno los botones hasta llegar a la correa de su pantalón, la cual suelto porque ahora no estaba para jueguillos de niños puertos. Suelto el botón y bajo la cremallera adentrando mi mano a sentir su gran erección sobre la tela pero que no necesitaba verlo para saber que era un juguete enorme para mi placer.

Hoy he salido premiada.

Cristian baja su rostro hasta mis pechos para mimarme con su boca y lengua mis aureolas, logrando que tire la cabeza hacia atrás por el placer que se acumula en mi entrepierna, el pelinegro sabe que me gusta así que también lleva su mano a mi sexo donde comienza a estimular mi clítoris sobre la tela dejando una gran humedad en mi ropa interior.

—Más —pido entre jadeos y noto como detiene sus movimientos.

Como si le hubiese otorgado la libertad a todo, el ojiazul me sube el vestido hasta la cintura y me apega más contra la pared dejándome entre está y su cuerpo, se baja el bóxer ante mi atenta mirada y abro los ojos por la sorpresa de ver el tamaño del demonio que tiene entre las piernas.

Esta mierda no entrará en mí.

No soy una perra débil así que cuando el pelinegro me alza en brazos, enrollo los míos alrededor de su cuello y mi garganta suelta un grito lujurioso cuando siento como empieza a entrar en mi interior, dejándome saciada por completo con su delicioso tamaño que me hace babear.

No necesito que espere así que en un intento de que note que quiero que se mueva, comienzo a balancear mi cadera sintiendo como sale y entra su polla de mí, Cristian sonríe maliciosamente y agarra mis caderas para que él comience a llevar el ritmo y la realidad es que mejor no puede ser.

Mis gritos son más fuertes, sus gemidos en mi oído logran que mis terminaciones nerviosas exploten, sus embestidas son duras, fuertes pero a la vez gloriosas, expectantes, como si hubiese deseado esto desde hace mucho aún cuando nos conocimos hace un mes.

—Me encantas, preciosa —susurra en mi oído y esa palabra, no sé por qué, no sé cómo, es lo que termina llevándome al limbo dónde suelto un gemido tan fuerte avisando que acabo de llegar al orgasmo.

El gruñido de Cristian también avisa y mi pelvis se contrae, mis piernas tiemblan y mi corazón desemboca cuando siento su orgasmo llenar mi interior. Todo se detiene, sólo nuestras respiraciones se escuchan en la habitación y el sudor de nuestros cuerpos me hace sonreír, pero esta desaparece cuando recuerdo sus palabras.

Necesito que me recuerdes.

El nudo se forma en mi garganta, las lágrimas avasallan mis ojos en un repentino ataque de nostalgia y sé a lo que se refiere. Indira me puso al tanto de todo después de tantos años, pero la verdad es que ahora no quería eso.

No digo nada, sólo me suelto de su cuerpo y espero a que me baje hasta sentir el suelo bajo mis pies, subo mi vestido en total silencio y alzo la mirada para ver sus ojos brillosos al entender el porqué de mi brusco cambio.

—Yo... —intento decir algo pero no puedo.

—Preciosa-

Niego con la cabeza y suspiro.

—No me haré la tonta. Sé que me conoces de algún lugar el cuál no puedo recordar. Me amas, o eso es lo que tus acciones me dice pero yo no puedo amar a alguien a quien no conozco o no recuerdo.

Mis palabras le duelen, lo noto, su cuerpo se tensa y sus puños se cierran al querer hacer algo pero se cohíbe. Aprieto los labios con fuerza y aunque lo que diré le romperá el corazón, hay una parte que también se romperá en mí.

—No quiero recordarte, Cristian. No quiero volver a sufrir aun sabiendo que también fuiste parte de mi felicidad.

Y esas palabras lo quiebran.

Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora