Trilogía Reglas | Libro ll
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Cuatro años han pasado desde que se vieron por última vez, desde que se profesaron un amor eterno entre ellos hasta que el olvido de ese sentimiento los obligó a alejarse para siempr...
Si saben leer entre líneas, estarán felices al final de este capítulo
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Barcelona, España
11 de enero del 2023 | Noche
Cristian
Llevo mi mano al control remoto para colocar al botón "reproducir" por tercera vez de lo que va en las horas que me encuentro en la sala principal de la mansión. La grabación que se plasma en la pantalla del televisor vuelve al inicio. Noto mi vista nublarse cuando logro divisar el rostro de Anheli y rápidamente pauso el video.
Los rasgos característicos de la castaña, los cuáles también amo, se quedan justo frente a mí para poder detallarlos, aunque sea por una pantalla. El color aceitunado de su rostro, junto a sus cejas y a su cabello de un color castaño con matices claros. El azul oscuro de sus ojos en un aspecto achinado por el semblante alegre que tiene por su sonrisa. Sus labios de un color rojo natural, gruesos y suaves a la vista.
Todos sus rasgos en mi memoria.
«Porque ahora ya no puedo tocarla»
Trato de minimizar el dolor de cabeza que no me ha dejado en paz desde hace varios días, justamente desde que supe lo que habían hecho Anheli y su madre. La zona de mi sien pulsa y debo masajear el lugar con mi pulgar y mi dedo corazón porque siento que estoy a punto de explotar. Cierro los ojos ante el cansancio, tampoco había podido conciliar bien el sueño.
Menos cuando los niños no dejan de preguntar por su madre.
—¿Otra vez aquí?
Dejo de hacerme el masaje y levanto la cabeza ante la voz. Mi acción termina siendo una mala idea cuando el brillo de la luz entrando a la sala principal golpea mis ojos con fuerzas y debo maldecir por lo bajo cuando dramatizo haberme quedado ciego.
Sebastián baja el interruptor para apagar la bombilla.
—¿Te has convertido en vampiro y no me enteré?
—Sí, ahora soy Edward Cullen —ironizo.
—En mi opinión te pareces más a Damon Salvatore. Tienes el mismo gesto de mierda todos los días —intenta hacerse el gracioso y estoy pensando seriamente si tirarle el control remoto de la televisión.
—¿Qué quieres, Sebastián?
—Pretendo no dejar que te derrumbes, hermano mayor.
