Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)

24 | Primera revelación 🔞

Buenas, buenaaaaaaas:

Advertencia +18 en este capítulo

❝ Primera revelación ❞

26 DE NOVIEMBRE DEL 2022| NOCHE

BARCELONA, ESPAÑA

CRISTIAN

Observo el rostro pálido de Anheli cubierto por unos cuantos mechones que caen por su mejilla y los quito con suavidad. Sus ojos se encuentran cerrados y su respiración es muy pausada. Paso una toalla húmeda por su frente intentando quitar la suciedad.

Los gritos a mi alrededor no hacen más que alterarme los nervios y el hecho de que ahora cuente con muchas más verdades a medias por parte de la vida de la mujer que amo, me pone en una encrucijada. No sé muy bien como actuar en este momento y no sé como dirigirme a las dos nuevas personas que al parecer resultan ser mis suegros.

Los niños han sido mandados a encerrarse en las habitaciones del segundo piso para dejar pase libre a la discusión que mantiene viva la discordia en la mansión de mi familia. El dolor de no poder divisar a mi abuela es una herida muy reciente como para poder que otra pérdida decaiga en mi familia.

Mis primos junto a sus parejas se mantienen en un rincón de la sala mientras noto como la mujer a la que Anheli llamó "mamá" discute con Sebastián en un idioma que reconozco como el lenguaje materno de la castaña. No sabía que mi hermano pudiera hablar aquel idioma.

—¿Pueden por favor... detener su discusión? —pregunto entre dientes, en un tono demasiado severo— Lo único que provocan es darme un maldito dolor de cabeza.

—No creo que sea la manera correcta de hablarle a tus suegros, hermano.

—Cállate, Sebastián —espeto, cortante.

—Oh, vamos. No está muerta —inquiere con tranquilidad— Sólo está desmayada. No como otras personas en esta sala, a las cuales no quiero nombrar —carraspea y puedo percibir la ironía en su voz cuando sus ojos divisan a la mujer mayor que lo ve con los ojos entrecerrados.

—Sebastián... —masculla su nombre en un tono de advertencia.

—Lo siento, no hablo con resucitados —habla el castaño, levantando la mano para callar a la señora, pero ésta rápidamente le da un manotazo en un gesto molesto ante el comportamiento de mi hermano.

Giro un poco mi cuerpo para observar a las dos personas y ahora caigo en cuenta el hecho de haber sido tan tonto por no darme cuenta de la similitud que comparte Anheli con el hombre que se hacía pasar por su guardaespaldas. Claramente André —o bueno, Ángelo—, tiene la misma nariz e incluso los mismos ojos que mi novia.

Incluso podría decirse que los gestos son casi similares. El nerviosismo en el cuerpo del hombre es sólo un claro ejemplo de como reacciona Anheli cuando también se encuentra en la misma situación. Los dos rascan el interior de sus palmas y tuercen la boca en un gesto involuntario.

Claramente, algún tipo de parentesco tenían ellos dos.

En el caso de Amelia, mi suegra, se podría decir que su hija es su viva imagen tan sólo unos años menos. Si Ángelo se parece a Anheli, se deduce fácilmente que la castaña sacó el resto a su madre, tanto en facciones de su rostro como la forma y el cabello de cabello. Incluso podría asegurar que unos años más joven, el cuerpo de Amelia era igual al de Anheli, tanto en contextura como proporción.