31 | Los Masaveu

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Una actualización nocturna, why not?:

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Barcelona, España

07 de diciembre del 2022

Cristian

Uno. Dos. Tres. Cuatro. El dolor punzante en mis nudillos se intercala a medida que los puños golpean contra el cuero del saco de box. A pesar de tener las manos cubiertas de vendas no puedo ignorar el ligero tono rosáceo que traspasa de ellas por culpa de las heridas antiguas por los entrenamientos constantes que me prepararon para hoy.

Siento ese pequeño pinchazo de nerviosismo en mi pecho, pero musito palabras de aliento en mi cabeza esperando dar todo de mí esta noche en la pelea. La competencia está mucho más difícil a contraste de los años en que peleaba y es inevitable decir que volver luego de cuatro años ha permitido que otros peleadores se transformen en deportistas mucho más completos.

Justo el contrincante que me tocaba esta noche había sido punto de burla cuando inició en la UFC y más cuando no dejaban de compararlo conmigo, a pesar que yo ya tenía unas cuantas victorias acumuladas. Le llevaba unos seis años al muchacho y me sorprendió saber que ese mismo escuincle había llegado invicto en su categoría para la clasificación internacional de este año.

Las sorpresas que da la vida.

El sonido de la campana anunciando que mi tiempo ha acabado me hace salir de mis pensamientos. Mi respiración se encuentra jadeante y siento las gotas de sudor caer por mi rostro y mi cuerpo hasta desaparecer en la cinturilla de mi short. Mis ojos se enfocan en el punto que marca la X en el cuero, pero los aplausos a mi alrededor son los que terminan mi concentración.

Una inconsciente sonrisa se forma en mi rostro cuando giro la cabeza y puedo ver a dos pequeñas sentadas en un banquillo a mis espaldas. Mi pequeña rubia y mi castañita tienen sus palmas golpeándose entre ellas y los gritos infantiles no son para nada disimulados cuando levanto mis brazos en gesto de victoria.

Aria y Valentina vienen corriendo hacia mí apenas notan que he terminado el entrenamiento y me pongo de cuclillas para recibir sus cuerpos impactando contra el mío en un abrazo. Me sorprende que no les de un poco de asco el hecho que mi torso se encuentre sudoroso y aún así las niñas mantienen la emoción en sus rostros.

—¡Vas a ser el mejor, papi! —grita Aria, embelesada. Sus pequeñas manos ahuecan mis mejillas y mi corazón se muere de ternura en el momento que deja un beso en mi nariz. Hago el mismo gesto con ella y giro mi rostro para ver a Valentina.

—Sólo no dejes que te golpeen tanto, cabezota —acostumbrado a la manera de alentar que tiene la pequeña rubia, sólo atino a sonreír y a asentir con la cabeza la orden directa que tiene una de mis hijas para mí.

—No lo van a golpear, Valentina. Es sólo un juego, ¿no, papi?

Suelto un suspiro ante la pregunta de Aria. Vale, tal vez no fue la mejor idea inventarles que el deporte en la UFC se trataba de un juego dónde dos personas se golpeaban pero que la sangre no era real. En mi defensa no tenía las palabras adecuadas para explicarles que papá se ganaba dinero pateándole el culo al oponente. No lo vi... correcto.

Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora