14 | Cristeli 🔞

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Cristeli 


Montreal, Canadá

10 de Noviembre del 2022

Anheli

Han pasado ya cinco horas desde que se llevaron a Aria a Emergencias y ¿cómo lo sé? Porque no he dejado de ver el reloj que se encuentra colgado en la pared dentro de la sala de espera. La incertidumbre y la angustia me están matando. Los nervios y las escenas pesimistas en mi cabeza no me dejan tener un momento en paz, no sin la necesidad de caminar de un lado a otro como si de esa manera el tiempo pasara más rápido y algún medico cruzara esas puertas con información sobre mi hija.

Pero eso no es todo. Claro que no. Lo que también me tiene con los nervios a tope es el hecho de que aquel pelinegro que juré nunca más volver, que me intenté convencer que nuestro desliz fue algo de una noche y un maldito error, ese mismo hombre ahora se encuentra sentado en una de las sillas, abrazando a Aiden quien duerme plácidamente entre sus brazos con su cabeza apoyada en su hombro.

La escena frente a mis ojos no me calma para nada, sino más bien siento como me empiezo a alterar mucho más. El miedo ante el hecho de que pueda ponerse de pie, se acerque a donde estoy para decirme que este no es su problema me tiene mal. «Él no está obligado a estar aquí» Él no tiene por qué quedarse y aun así, en estas cinco horas no me ha dejado sola en ningún momento.

Siendo sincera creí que al llevar a Aiden al baño, me encontraría con el asiento vacío apenas volviera a la sala pero no. «Ahí estaba él» Con dos vasos de café caliente en las manos mientras que a su lado había unas cuantas chucherías para que mi hijo pudiera comer.

«Ahí estaba él y no sabía si su presencia me aliviaba o sólo me atormentaba»

Tenerlo justo ahora a mi lado sólo era un constante recordatorio de lo que habíamos hecho y aunque me obligué mil y un veces frente al espejo que tendría que olvidarlo, jurar que no pasaría otra vez, ahora tenerlo tan cerca me había removido todas las malditas promesas que hice aquella mañana, dejándome con más dudas que antes.

«El pelinegro no me la ponía tan fácil»

—Creo que si sigues caminando así, me terminaré mareando yo, preciosa —su voz me hace detener al instante y me siento feliz que no pueda ver mi rostro al estar de espaldas a él porque no sabría cuál tendría en estos momentos— Si bien puedo quedarme viendo este ángulo, sería mucho mejor hablar viéndote a la cara.

«Por favor, cállate. ¿No ves lo que tu voz hace en mí?»

Usando todas mis fuerzas de autocontrol para no terminar, prácticamente, regalándome a él, giro lentamente mi cuerpo sobre mi propio eje y quedo frente a frente con el hombre que me ha estado perturbando la tranquilidad con su aura dominante y sensual del cual, obviamente, he sido más que débil.

—Es mala educación estarle mirando el culo a las personas —replico ante sus palabras que había mencionado minutos antes y una sonrisa coqueta se forma en su rostro ante mi tan inútil molestia.

—¿Y quién dice que te lo he estado mirando? —pregunta con desdén.

Me encojo de hombros.

—Raro sería que no lo hicieras.

—Pues al parecer soy raro porque no te he estado mirando tu lindo y maravilloso trasero —aclara y no puedo evitar sonrojarme— En realidad mis ojos estuvieron en ese hermoso tatuaje en tu espalda que tuve el placer de ver en un ángulo... diferente.

Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora