33 | El inicio del fin

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Surprise, shawtyyyy. Digan presente:

Copenhague, Dinamarca

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Copenhague, Dinamarca

10 de diciembre del 2022


Cristian

Hay una frase que siempre recuerdo de mi madre.

La mayoría de veces, los seres humanos no valoramos lo que tenemos en nuestras vidas, pero siempre añoramos lo que nos hace falta. Un sentimiento que puede ser contradictorio de tantas maneras, además de egoísta, pero que simplemente suele ser el día a día de alguien.

Aquel sentimiento acaba de fundirse profundamente en mi pecho en el momento que mi mirada recae en la escena frente a mí. La madre de Anheli se encuentra orillada a permanecer en los brazos de su hija cuando la castaña se permite disfrutar el calor maternal del que tanto le hizo falta por tantos años. El señor Ángelo hace lo mismo y goza de la existencia de su hija luego de haber sido arrebatada de sus brazos cuando era sólo una bebé.

Mis ojos cambian de dirección y se posicionan en el hombre y en el muchacho que esperan detrás de los dos adultos. En un lado se encuentra Nikolái, el gemelo de Anheli, con aquel porte presumido vestido de un traje sumamente elegante y tal vez caro, observando y sonriendo el momento en que sus padres disfrutan a su hermana.

Mientras que, a su izquierda, un muchacho de por lo menos 15 o 16 años se muerde el labio inferior, nervioso de lo que sucede a su alrededor. Noto el brillo en sus ojos y está claro que el muchacho podría ser el más sensible entre los Masaveu pues en el momento en que su hermana mayor se aleja de sus padres, éste corre a abrazarla tan fuerte que hasta me llega a conmocionar el sollozo que sale de sus labios.

—Siempre deseé el día en que podría abrazarte —murmura y aunque aún no tenga perfeccionado el aprendizaje del idioma natal de la castaña puedo llegar a entender sutilmente lo que sale de la boca del muchacho. Anheli sonríe dulcemente ante las palabras su hermano menor y acaricia su cabello antes de posicionar su mejilla sobre su cabeza. Sus ojos celestes caen sobre mí y le dedico el mismo gesto, esta vez, orgulloso de que haya aceptado la existencia de su familia biológica.

De reojo puedo ver como el padre de la castaña se posiciona a mi lado y opta la misma posición que yo cuando dirige sus manos hacia los bolsillos de su pantalón en una acción relajada. Hasta ahora no había tenido tanta comunicación con el abuelo materno de mis hijos y, en mi defensa, se podría decir que no ha habido oportunidad de hacerlo debido a ciertos acontecimientos que pudieron posponer aquel día.

—Muchas gracias por lo que hiciste por mi hija durante tantos años, Cristian —musita en español y aún me parecía sorprendente la manera en que manejaba mi idioma por completo. Anheli ya me había comentado que su padre había estudiado Traducción e Interpretación Profesional, pero no había querido ahondar mucho en el tema. Supongo que esa será otra historia.

Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora