Extra | Años perdidos

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 Años perdidos 

Barcelona, España

28 de Mayo del 2018 [Un día después del abandono]

Lucas

Siento los rayos del sol justo en mi rostro a pesar de estar en invierno y me muevo por la cama esperando conciliar nuevamente el sueño pero me es imposible. Restriego un poco mis ojos en un intento de desperezarme y poco a poco los voy abriendo para darme cuenta que me encuentro solo en la habitación de mi papá.

Frunzo un poco el ceño y agarro el bracito de mi peluche para bajar con torpeza de la cama colocándome mis pantuflas de "Los Increíbles". Quiero ir al baño pero aún no llego a la tapa del inodoro así que voy en busca de mi papá para que me ayude. Con ayuda de una banquita abro la puerta de la habitación y salgo de ésta empezando a caminar por el pasillo de la casa.

No escucho nada de ruido en el segundo piso y hago un mojín con mi boca al ver el cuarto donde se quedaba Ellinor con sus papás. La verdad es que la extrañaba mucho. Podía ser un poco odiosa pero siempre me prestaba sus juguetes para que yo también pudiera jugar, incluso me invitaba su helado cuando el mío se me acababa.

Muchas veces se molestaba porque pasaba mucho tiempo con Alaina pero las dos eran mis amigas y las quería mucho.

Siendo honesto, extrañaba mucho a Ellinor y también a Anheli. Papá me había dicho que ella se encontraba en el hospital, durmiendo, porque su cuerpo se encontraba débil y los doctores podían curarla. Yo no le creía. Lo mismo dijeron de mamá Bera y no pudieron curarla.

Me mintieron.

Estaba asustado. Quería que Anheli volviera a la casa para que pudiera estar con nosotros e ir al viaje por mi cumpleaños a pesar que éste ya había pasado. No tenía ánimos de celebrarlo cuando papá estaba triste y yo también. Es como si la pequeña alegría de la casa hubiese desaparecido desde que Anheli se encontraba allá, en el hospital, y no aquí con nosotros.

Suspiro, abrazando mi osito de peluche y camino por el pasillo hasta llegar a la escalera. Bajo los escalones sin hacer tanto ruido y cuando estoy por pisar la primera planta, escucho los sollozos de Lita Berta desde la sala.

Voy hacia dónde está y me encuentro con tío Rodrigo y mi Abu Bob con mi Lita. Ella está llorando y el verla así sólo me da ganas de llorar a mí también. Corro hacia ella para abrazarla y sólo ahí notan mi presencia los demás. Mi Lita me abraza más fuerte y no sé por qué todo el mundo está triste.

Papá no está y debo encontrarlo para que le diga a mi Lita que deje de llorar porque no me gusta verla así. Ni a nadie de mi familia.

—¿Por qué lloras, Lita? —Pregunto con mis brazos rodeando su cintura y mi cabeza oculta entre sus brazos— ¿Quieres que llame a mi papá?

—Oh, mi niño —dice ella entre sollozos y no sé qué hacer.

—Hey, campeón —murmura mi tío Rodrigo a mi lado y de reojo lo veo colocarse de cuclillas para estar a mi altura.

—¿Qué le pasa a la Lita? —pregunto triste.

—Ella está bien, sólo-

—No —mi tío interrumpe a mi Abu Bob— Ven Lucas, debo hablar contigo —dice de manera seria y dudo un poco en ir con él pero mi Lita me empuja hacia él.

—¿Ya no llorarás? —pregunto y mi Lita sonríe, limpiándose el rostro.

—No, cariño. Ya no voy a llorar.

Asiento sin estar tan convencido porque papá había dicho siempre que cuando una persona llora es porque está triste, porque necesita dejar salir el dolor que siente en su pecho y yo no sabía cómo ayudar a mi familia para que ya no sintiera eso.

Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora