15 | Una historia sin final

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Una historia sin final 

Montreal, Canadá

15 de noviembre del 2022

Cristian

Acomodo los dos pequeños peluches de dinosaurio bajo mi brazo izquierdo mientras que mantengo la mano pequeña de Valentina entre la mía, cerca de mi cuerpo. Nuestras miradas caen sobre la puerta de madera que está frente a nosotros esperando que sea abierta y vuelvo a escuchar un suspiro a mis espaldas. Giro un poco mi cabeza sobre mi hombre y logro ver a Jesse con Jeremy sobre sus brazos, dormido.

—Papá, tengo frío —se queja la pequeña rubia a mi lado.

—Ahora entramos, mocosa. Sólo debemos esperar un poco más.

—Mis pies se cansan.

—Hemos estado parados sólo cinco minutos, Valentina.

—Lo cual si lo pasas a segundos sería mucho tiempo —contraataca.

«Mocosa inteligente»

—Sólo espera, rubia.

Valentina bufa.

—¿Estás seguro que Anheli sabe que veníamos? —pregunta la rubia, preocupada.

«No» es lo que pienso al instante debido a que este era una visita sorpresa de mi parte. Cuando dejé a la castaña en su casa después de lo sucedido en el hospital y en la camioneta, tan sólo nos habíamos estado comunicando por unos cuantos mensajes por teléfono. «No habíamos tocado el tema de lo nuestro» Sólo esperaba que no se arrepintiera de ello.

—Claro que sí. En cualquier momento nos abren —respondo.

—A congelarnos por unos cinco minutos más, entonces —se burla.

Río, pero más que un gesto divertido, sólo se denota mi nerviosismo pues es obvio que la castaña no sabía de mi visita para nada. Intenté ir al hospital muchas veces para visitar a Aria, pero por reglamento no podía dejar pasar a personas que no fueran "familiares". «Si tan sólo supieran»

Luego de nuestro "encuentro sexual" entre Anheli y yo, la castaña no había vuelto a llevarme al hospital con ella. Aunque intenté insistirle, su negativa siempre persistía con la excusa de no querer confundir a su hija con mi presencia.

Las ganas de gritarle a la cara de que sea tan ciega por no darse cuenta de la similitud entre los mellizos y yo siempre estaban presentes. A pesar de eso, nunca pude hacerlo. Anheli aún no estaba del todo bien debido a la confesión sobre el tiempo que nos conocíamos, mucho menos luego de enterarse por una página web sobre nuestra pasada relación y de todo lo que se dijo sobre mí.

«No podía culparla de volver a alzar sus defensas con lo que para ella es desconocido»

Pero por supuesto, eso no me impidió en seguir intentándolo. Hoy me encuentro en la zona donde vive, frente a su puerta, esperando a que nos abra. Había traído a Valentina, a Jesse y a Jeremy conmigo pues ya no podía permitirme el hecho de dejarlos desprotegidos mientras yo disfrutaba mi tiempo con Anheli.

Debía proteger a la rubia, ahora mucho más luego de aquella conversación con Sebastián y el italiano imbécil. «Ese tipo seguía cayéndome de la mierda»

—¿Se puede como carajos puede ser que eres primo de este imbécil? —grito en dirección a mi hermano, mientras que con mi brazo señalo al italiano que termina apoyándose contra la pared luego de golpearnos.

Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora