Epílogo | Una más

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Nos vemos en el infierno, bitches.

O hasta el tercer libro, jeje.

O hasta el tercer libro, jeje

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Florencia, Italia

15 de marzo del 2023


Anheli

Tres meses después.

Entro con pasos cansados a la habitación y llevo mi mano a la cabeza para quitar la peluca rubia que no hace más que hacerme doler. El cabello falso a la altura de mis hombros queda sobre una de las cómodas del lugar y quito rápidamente la red que sujeta mi cabello castaño. Obtengo una sensación de libertad cuando comienzo a masajear el interior de las hebras y camino hacia el espejo del baño para quitarle el centenar de ganchos que me obligan a usar.

Quito uno por uno con delicadeza hasta dejar mi cabello castaño suelto hasta por debajo de mi cintura. Agarro un poco de desmaquillante para el rostro y quito el rojo intenso de mis labios con un poco más de fuerza de lo normal, haciéndome doler.

Otro día más que Camilo me obligaba a asistir a una de sus reuniones importantes dónde fingía tener una familia perfecta con la mujer que deseaba estar a su lado. Me es imposible no sentirme culpable ante la infelicidad de mi madre al verla fingir todo el tiempo comodidad con una persona que sólo la lastimó. No quise traerla, no quería que ella viniera aquí.

Simplemente hizo el labor de madre del que tanto le privaron a hacer conmigo.

Quería ser mi madre y cuidarme.

Quería protegerme porque sabía que estaba metiéndome a un lugar donde posiblemente la única manera de salir sería estando muerta; sin embargo, no le importó. No le costó ni una hora en tomar la decisión de subir a la camioneta negra que había mandado Lombardi para mí y meterse a la boca del lobo.

«Todo por no dejarme sola»

Dejo el paño manchado de rojo sobre el lavabo del daño y observo mi rostro exhausto. Relamo mis labios ante la resequedad y me es inevitable no soltar un suspiro al saber que nuevamente debo alistarme para mañana porque Camilo tendrá una reunión de negocios y quiere presentar a su nueva familia.

Al parecer las amistades que Lombardi frecuentaba no veían muchos canales de deporte artístico o simplemente no tenían idea de quién soy porque cada vez que el italiano abría la boca para presentarnos como su mujer y su hija, los rostros desconocidos quedaban sorprendidos o felices ante la noticia de que su "amigo" pudiera seguir con su vida luego de la muerte de su esposa, Diane.

La sensación de asco que me causa pensar la manera en cómo se refiere son más fuertes de lo que puedo aguantar. Me sujeto el abdomen ante la repentina náusea que viene a mí y debo doblar un poco mi cuerpo hacia adelante para cerrar los ojos. Intento respirar lentamente para calmar la impresión.

Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora