29 | La primera caída

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Hey, tamo' de vuelta

Hey, tamo' de vuelta

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Quebec, Canadá

06 de diciembre del 2022


Anheli

Mi mandíbula se mantiene apretada mientras mis brazos se cruzan sobre mi pecho endureciendo el agarre contra mi piel al momento que observo el rostro de Cristian en la pantalla del televisor. Mi mirada cae en los dos niños que sostiene en brazos y hago caso omiso a sus palabras, luego de escuchar su desvinculación amorosa conmigo.

Los pálpitos de mi corazón se encuentran bombeando irregularmente contra mi pecho al sentir el bajón emocional que me causan las palabras del pelinegro. ¿De qué te quejas, Anheli? Tú lo provocaste. Le doy la razón al reproche en mi cabeza, pero aquello no significa que no pueda sentir mi alma romperse cuando la distancia entre Cristian y yo se hace mucho más grande.

Sé que la noticia es de ayer y aún así se siente como si me lo estuviese diciendo directamente a la cara. El carraspeo del hombre a mi espalda me mantiene en la obligación de estar tranquila porque bastante he llorado en silencio como para hacerlo frente a alguien. Prefiero mantener el dolor en soledad y en cuatro paredes.

De reojo puedo ver el cuerpo de Sebastián plantarse a mi lado. Su porte se nota tenso y giro un poco mi cabeza para ver la inminente seriedad de su rostro frente a la televisión. Sé que su cerebro se encuentra trabajando 24 horas en este momento desde la llamada de Cristian, luego de decirle que Alessandro llegó con Ainea a la fortaleza Ortega.

Temía por la vida de mi amigo y de mi sobrina. Si la habían encontrado tan rápido, no dudaba que pudieran atentar con la familia Ortega, y en perspectiva, también contra mis hijos. Carajo.

—Ellos estarán bien —musito, regresando la mirada hacia la pantalla iluminada y dejo que la noticia del regreso de Cristian Ortega siga su transcurso. El suspiro de Sebastián a mi lado es audible— No es tu culpa que-

—La vida de mi hija, así no quise estar en su camino, sigue siendo mi responsabilidad, Anheli. Y he fallado como un sucio cobarde —me corta, tajante— A veces maldigo la memoria de Amanda por no haber obedecido mi petición de abortar. ¿En qué cabeza consciente creería que sería una buena idea traer al mundo a un bebé dentro de una guerra que parece nunca acabar? Nunca quise tener hijo con ella, es verdad. Pero así hubiese sido contigo, también te hubiese pedido lo mismo.

Mi cuerpo se mueve un poco incómodo ante su confesión y a pesar de que entre Sebastián y yo tengamos claro que no existirá algún tipo de relación amorosa entre ambos, el que me siga demostrando su afecto irrevocable a mi persona, me hace entenderlo aún más.

Noto el brillo en sus ojos y muerdo mi labio inferior sin saber muy bien qué decir.

—Tengo una hija y sigo sin estar preparado para esta responsabilidad. Ahora no sólo debo velar por la protección de mi vida, sino también de una persona que es parte de mí. ¿Cómo puedes hacerlo, Anheli? ¿Cómo puedes asegurar la protección de los mellizos estando lejos de ti?

Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora