21 | Una pérdida similar

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 Una pérdida similar 


BARCELONA, ESPAÑA

23 DE NOVIEMBRE DEL 2022 | TARDE

ANHELI

La puerta del jet privado se abre luego de aterrizar y ante la fuerte calidez del sol debo colocarme los lentes negros al sentir molestia en los ojos. Suspiro al darme cuenta de los flashes de paparazis que supieron de mi retorno a España y que caen como rayos hacia mi rostro.

André sujeta mis maletas para bajarlas hasta la pista de aterrizaje y mantiene a raya a los reporteros que no tienen permiso de cruzar la línea de espacio que hay entre mi presencia y la limusina que me espera. Hago un gesto con mi boca y ya acostumbrada a este tipo de situaciones, vuelvo al interior del jet para despertar a mis hijos y a Valentina.

Los tres se encuentran vestidos con un atuendo deportivo para viajar más cómodos y sonrío al ver sus rostros relajados al seguir en sus sueños. Agacho un poco mi cuerpo para acariciar el rostro de mis mellizos y con una voz suave, intento levantarlos.

El primero en abrir sus ojos es Aiden, sus largas pestañas negras baten en pequeños parpadeos de mi hijo y una sonrisa asoma por su rostro cuando logra verme. La segunda es Aria, que al igual que su hermano, intenta desperezarse antes de despertar por completo.

—Ya llegamos, niños —aviso— Quiero que se coloquen sus lentes y se suban la capucha a la hora de bajar, ¿de acuerdo?

Aria bufa.

—¿Otra vez están esos señores con sus cámaras? —asiento— Son más molestos que Aiden.

—¡Oye!

—Te quiero, hermano —habla rápido mi hija antes de abrazar a su hermano que mantiene un gesto serio en su rostro por las palabras de su hermana y yo sólo atino a reír.

Cuando noto que ya se encuentran listos para bajar, voy hacia Valentina quién también comienza a despertarse al escuchar voces a su alrededor. La pequeña rubia estira su cuerpo y frunce un poco el ceño al no captar en seguida dónde se encuentra.

—Hola, Valentina —digo su nombre para que me mire y se sorprende al verme. Luego de unos segundos, la pequeña sonríe tímida ante mi presencia, pero se tranquiliza.

—Oh, hola Anheli.

—Ya llegamos.

—¿Vino Cristian? —pregunta.

—Lo veremos en un rato.

Ella asiente y acatando mis órdenes sobre lo que se debe colocar, se coloca a mi lado. Los mellizos al estar un poco más acostumbrados a esto, se sujetan la mano entre ellos y con ayuda de una azafata, logran bajar hasta la pista. Yo debo sujetar la mano de Valentina al sentir un poco de temor ante tantas personas que logran perturbarla.

—Tranquila, cariño. Es sólo por un rato —intento calmarla y ella asiente aun mirando con temor a las personas que se paran frente a nosotras, invadiendo su espacio.

—Anheli, Anheli, ¿nos podrías decir cuál es el motivo por el que retornas a España? —una de las reporteras logra llegar a mí y rápidamente le pido a André que lleve a los niños dentro de la limusina. Ellos siguen siendo fotografiados, pero rápidamente vuelvo a captar la atención de las personas a mi alrededor.

Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora