02 | ¿Más mentiras?

8.4K 944 1.6K
                                    


¿Más mentiras?


Varsovia, Polonia.

14 de Octubre del 2022

Cristian

Me quedo con la frente apoyada contra la pared de la ducha mientras dejo que el chorro de agua caiga sobre mi cabeza y cuerpo. Dejo que la sangre se quite con el agua y otra vez me intento convencer de que esto lo hago para sobrevivir.

Las peleas son un juego y ellos lo crearon.

Yo sólo intento que me demuestren respeto.

No soy un asesino, soy un sobreviviente.

Esas tres oraciones las repito varias veces en mi cabeza en todo lo que dura la ducha y agarro la esponja rota para comenzar a raspar mi piel quitando las manchas secas. El sentimiento de consuelo que necesito es haciéndome daño a la par que me sigo repitiendo lo mismo.

—No soy un asesino. No soy un asesino. —una y otra vez raspo mi brazo con la esponja y no es hasta que noto mi propia sangre la que sale de una herida, que no me detengo— Soy una bestia. Una maldita bestia —murmuro en voz baja pero una voz que me sorprende me termina sacando de esos rotos pensamientos.

—¡Mi papá es una bestia! —escucho las palabras de Valentina con diversión y rápidamente corro la cortina de la ducha para lograr un moño de hebras rubias corriendo con algo en las manos hasta que giro mi rostro a la mesita del baño, captando lo que se ha llevado.

—¡Valentina, ven aquí si no quieres que te lance a los perros! —grito con desesperación mientras veo a la mocosa de siete años corriendo por todo el cuartel con mi toalla en mano, dejándome desnudo yendo tras de ella.

Genial. Debí haberla abandonado cuando pude.

Escucho la risa de la pequeña rubia y no puedo evitar sentir la rabia correr por mi cuerpo mientras veo a los escoltas de mierda mirándola con deseo lo que me causa repulsión. Con el cuerpo mojado me coloco un pantalón de chándal lo más rápido que puedo para perseguirla y traerla de nuevo a la celda de seguridad, la cuál es mi habitación.

Giro mi rostro por todos lados intentando encontrarla hasta que logro verla correr escaleras abajo por dónde se encuentran los pozos de muerte, dónde se tiran a los subordinados que no logran sobrevivir a una lucha entre ellos y los escoltas que pelean como una forma de diversión. Corro lo más rápido que puedo esperando evitar que llegue a ese lugar y lo único que atino a hacer es gritar.

—¡Valentina, ven aquí ya! —grito lo más rabioso que puedo logrando que la niña se detenga al instante, quedando de espaldas hacia mí. No emano la ira en mi sistema y es que desde hace años no me permito controlar el asco y la rabia que siento por este lugar, agarrándome muchas veces contra la pequeña rubia.

Camino hacia ella con la respiración irregular, exhalando por la nariz. El resto de huérfanos y escoltas no se cruzan en mi camino sabiendo lo que soy capaz cuando termino en este estado. Justo cuando llego al lado de Valentina, sin medir mi fuerza agarro su fuerza con brusquedad y la giro de un tirón para caminar escaleras arriba hacia la habitación que compartimos.

Ella se queja de dolor por el fuerte agarre que tiene en su brazo pero no la suelto para nada. No es hasta que llegamos a la celda que la suelto, botándola de un empujón a la cama. Ella mantiene la cabeza baja, mientras noto que ahora se encuentra sollozando por el miedo que me está empezando a tener.

Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora