Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)

23 | Mentira, mentirosa

Presente hermanas:

❝ Mentira, mentirosa ❞

BARCELONA, ESPAÑA

25 DE NOVIEMBRE DEL 2022 | NOCHE

ANHELI

Muerdo el dorso de mi mano derecha con fuerza en un intento de minorizar el ruido que sueltan mis gritos en pleno llanto. Las lágrimas que corren por mis mejillas queman y el nudo en mi garganta no me permite respirar con regularidad.

Mi espalda da contra la fría pared del baño del hospital. Mis piernas se encuentran entumecidas por haber estado en la misma posición desde hace unas horas cuando dieron la noticia. En el momento que declararon la muerte de la señora Berta Ruiz.

Hasta hace un momento el sentimiento de pena no era tan fuerte como ahora. No sentía el pecho desgarrándose por culpa de dolor y no reconocía el martirio que experimentaría una vez entendiera las consecuencias de su muerte. Pero todo aquello se amplificó en el momento en que los recuerdos golpearon de lleno mi mente.

Ella y yo, el primer día de conocernos.

Ella y yo, escuchándola mientras contaba anécdotas de su romance.

Ella y yo, en su cumpleaños.

Ella y yo, diciéndome lo mucho que me quería.

La sensación de ahogo incrementa pero sigo con los gritos internos, importándome muy poco que al otro lado de la puerta se escuchan los golpes para entrar. El seguro sigue intacto y los reclamos de la otra persona se vuelven lejanos cuando cierro los ojos al sentirlos arder sin cesar.

Sus últimas palabras vuelven a mi cabeza e intento desaparecer el nudo de sentimientos en mi garganta debido a la culpabilidad y a la preocupación que traen consigo.

No puedo detenerme. No ahora.

¿Qué he hecho? ¿Qué estoy haciendo?

Quito la mano de mi boca y logro ver las marcas de mis dientes incrustadas en mi piel, dándole un aspecto asqueroso. Mi mano tiembla por culpa del ardor que han provocado las heridas y cuando escucho que intentan forzar la entrada, me pongo rápidamente de pie para limpiar mi rostro.

Cuando noto mi rostro en el espejo no soy capaz de reconocerme. El maquillaje está corrido por completo. Mis ojos se encuentran hinchados y mi cabello en un completo desastre. El brillo de los mocos rodea el puente de mis labios y toda mi cara mantiene ese color rojo que me deja en evidencia.

«Mi único consejo es que no tardes en hablar con él»

Aquellas palabras se repiten una y otra vez en mi cabeza. Me sobresalto cuando noto que la puerta finalmente cede y tres pares de ojos —una mujer y dos guardias— se encuentran observándome con el ceño fruncido.

Trato de hacerme la desentendida y sin dar algún tipo de explicación a mi encierro, camino con la cabeza baja entre los desconocidos para salir a paso veloz del baño. Sé que no puedo ocultar mi rostro hinchado así que saco los lentes negros de mi casaca y me los coloco.

Vuelvo a la zona donde dejé a la familia Ortega en su pena y me doy cuenta que muchos de ellos ya han desaparecido del lugar, mayormente los primos. Los hijos de Berta aún se encuentran en el lugar hablando con el médico de hace un rato.

—Anheli... —escucho la voz de Indira a mi lado y giro mi cabeza para verla cargar a su hija Lucía, quién se encuentra dormida en el pecho de su madre— ¿Dónde estabas?