35 | Boda de sangre

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Roma, Italia

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Roma, Italia

20 de diciembre del 2022


Anheli

Con el pasar de las horas, siempre suelo ser víctima de mis propios pensamientos, que me juzgan ante las decisiones y acciones que he tomado a lo largo de mi vida debido al plan de venganza que cree hace muchos años. 

No sólo por la falta de moral que tuve que eliminar de mi vida para dar pase a un mundo lleno de sufrimiento e ilegalidades, sino también por la poca empatía hacia las personas que se involucraban en mi vida y terminaban saliendo lastimadas sin haberlo querido o planeado.

Lo he hecho sola desde hace tiempo. Cada movimiento que daba era pensado hasta el más mínimo detalle y la preocupación de tener daños colaterales eran inexistentes al no tener personas queridas alrededor. 

Ahora con la presencia de una familia, a la que creí que había perdido para siempre, el plan ha tomado un cierto cambio que no estoy muy segura si resultará bien o sólo generará más dolor en todos los involucrados.

No sólo era mi familia de sangre, sino también a personas que considero como tal.

Los Ortega.

Cuando le dije a Nikolái que quería irme con Dante a Italia para la boda, teníamos un plan que se ejecutaría en sólo dos días. Ese era el plazo máximo que demoraría para terminar casada con el heredero Lombardi, una persona que me daría total acceso a hundir a su padre con la estúpida idea que lo ayudaría a pararlo.

Pero yo no quiero solo eso.

Lamentablemente, como en todo plan, hay muchas cosas que pueden cambiar, alterarse o eliminarse a último minuto. Lo jodido de todo esto es que no creí que fuera Camilo quien terminaría mandando a la mierda mi límite y perdurarlo hasta más de una semana.

Más de siete días he estado dando vueltas dentro de esta mansión sin plan, sin seguridad, sin protección que me pudieran asegurar las personas de aquí dentro. Daba rumbos sin permiso a poder salir por mi propia cuenta, y si lo hacía, debía ser vigilada. Según Dante, era por protección, pero estaba segura que toda la idea era de su padre, que quería siempre tener un ojo encima de mí.

No lo culpo.

No puedes confiar en el enemigo mientras vive bajo el mismo techo que tú.

Más de siete días en los que no me he podido comunicar con mis padres o hermanos. No he podido ver a los mellizos y tampoco conversar con Cristian, segundos que me ayudarían dándome más motivos para seguir con todo esto. Lo único que me mantenía a flote era el rencor instalado en mi corazón y que para nada iba a desaparecer si no lograba arrancarlo de raíz con la persona que inició todo esto.

Sin embargo, eso no era lo que más alterada me tenía. Sino el hecho de que a sólo veinte pasos, se encontraban las personas que había visto el primer día que llegué aquí.

Olvidando sus reglas #2 © | ✔ (Versión 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora