-Bien, supongo que me iré a trabajar. –Me avisó.
Sentí como si ella hubiese pensado que el mensaje de Anna era para que no estuviera con ella. Pero no era así. Me sentí un poco culpable, tuve que aclararle.
-Oye, puedo… puedo… ¿Puedo pedirte algo? –Balbucee un poco.
-Claro, dime. –Pasaba un mechón de su cabello detrás de su oreja.
-Si alguien te dice que no te acerques a mí… que sea por la única razón de que yo te lastimara o te incomodara o simplemente no quisieses estar conmigo. ¿Bien?Su rostro se colocó blanquecino, como si se asustase.
-No quiero que nadie te prohíba hablarme o acercarte a mí. No soy nadie para ser privado o cosas por el estilo. ¿Estamos de acuerdo? –Suavemente comuniqué.
-Gracias. –Intentó sonreír.Aprecié como mi comentario la había puesto tan incómoda como nunca. Vi como salió de la puerta, olvidando así el dibujo conmigo.
(…)
-No puedo creerlo. –Apelaba.
-Anna, lo siento, no podía decirte por teléfono…
-Harry, amor, no es eso, estoy… enojada porque te vas.
-Tengo que regresar y ver a mi familia. Louise ya se fue desde Nueva York, solo que ella si fue a Londres.
-Llévame contigo.Se medía frente a mí un vestido blanco pegado a su cuerpo. Su espalda yacía desnuda entre ese agujero en aquella prenda.
-¿Quieres irte conmigo? –Pensé en voz suave. Como un hilo de voz, mirando hacia el suelo.
-¿cómo?La voltee a ver. Sin decir nada más. No tenía nada más qué decir.
-¿No me pedirás que me vaya contigo? –Hizo un puchero con sus labios rojos…
-Eh… sí. –respondí sin atender mucho a mi necesidad.
-Bueno, pídemelo. –Sonrió.
-¿Quieres venir conmigo? -Logré decir.
-Sí. –Sonrió aún más, acercándose a mí y besándome.Esa noche salía mi viaje a Los Ángeles. Las cuales serían simples horas. Anna tenía un evento elegantísimo al cual yo no estaba invitado, y me sentía bien por no estarlo. Se arreglaba, dándose los últimos toques… estaba frente a su cama, en una silla mirándose al espejo. Yo estaba acostado en su cama, muy dura a mi parecer. Tenía el teléfono en mis manos y encontré algunas fotografías que debía borrar… no ahora, pero sí debía hacerlo ahora. Era una contradicción estar con Anna, ya que a veces podía estar en mis cinco sentidos y saber de lo que hablaba y a veces no, por ejemplo… en vez de estar mirándola y admirándola… me encontraba abstenido, alejado y oculto.
-¿Cómo me veo? –Miré al llamado.
-Muy guapa. –Sonreí.Ella sintió mi halago real… era real… solo que yo por alguna extraña razón no me estaba sintiendo muy cómodo con ella.
-¿Pasa algo? –Borró su sonrisa.
-Estoy cansado… solo eso.
-¿Seguro? A veces… siento que ya no… -Suspiró- olvídalo.No quería preguntar, posiblemente ya se había percatado de mi ausencia.
Volteó a mí bastantes veces, pidiendo que le preguntara, ansiosa de decirme. Lo único que pude hacer fue contestar una llamada.
Me levanté, saliendo totalmente de la habitación.
Acompañé a Anna hasta su evento, la dejé en su automóvil y me estacioné un momento. Sentía algo dentro del pecho… tenía que respirar. Las personas entraban a la increíble casa, la muy, muy bonita casa. Habían luces iluminando el camino y había de muchísimo tipo de personas. Ahí mismo observé a ____, quien estaba saliendo de ahí. Ella se veía como una chica encargada de todo, como si fuese la organizadora y con ropa completamente negra. Aunque, llevaba zapatos altos color blanco.
Caminó alrededor del automóvil, buscando algo ante sus alrededores. Entró de nuevo, y seguí cada paso que hizo. Recargué el asiento, me sentía muy cómodo ahí dentro. Miré hacia afuera y estaban aún llegando algunas personas. Aún llegaban dos horas tarde… el cielo comenzó a relampaguear, y pensé en la posible manera de irme ya o esperarme un momento más.
Las gotas comenzaron a caer, haciendo un ruido de acerca mojándose fuera del automóvil. Miré que ___ cruzaba la calle de lado hacia la fiesta. No la había visto salir… la observé, quedándome pegado ante mi visualización. Pronto a mitad del camino la lluvia aumentó, ella aún no llegaba siquiera a la mitad de la gran calle. Me levanté y abrí la puerta por dentro, gritándole que entrara. Ella me miró y dudó en entrar, pero posiblemente prefirió a hacerlo debido a que no quería empaparse.-Lamento no haberme bajado y ayudarte a subir. –Le avisé mientras cerraba la puerta.
-Lindo suéter. –Sonrió.
-Lindo cabello –Halagué de regreso.Miré la hora y percibí de la hora. En menos de dos horas era mi vuelo y estaba apartado del aeropuerto.
-¿Sabes manejar? –Pregunté.
-Sí. ¿Por qué?
-¿Me llevarías al aeropuerto?
-Sí, pero, ¿Ya?Asentí. Me bajé rápido del automóvil y ella se pasó al lado del conductor. Me subí enseguida y prendió el coche.
Por más rápido que ella condujera, sabía por un momento que no alcanzaría a llegar. Faltaban treinta minutos y yo seguía en el coche y la lluvia ya había cesado.-Si no llego, ¿Podrías esperarme a comprar otro boleto? –Pedí… sin antes pensar en mi pregunta.