Regresé y esta vez al llegar al comedor me miró.
-Buenos días. –Sonrió.
-Buenos días. –Solté con media sonrisa.
-Preparé café, bueno, calenté agua por si tú no tomabas café.
-Realmente no tomo café, pero... puedo tomar té.
-Bien. También hay algo de pan...
Miré la caja de pan, y caí en la sorpresa e incógnita de saber dónde lo había conseguido.
-Ah, lo pedí por teléfono. –Avisó- si te preguntas eso.
-No, bueno, sí. Está bien. –Volví a sonreír.
Me senté a su lado, abriendo la caja de panes que había conseguido. Había de tantos que creí que podría elegir uno de cada uno.
-Son integrales. –Me avisó- no sabía si te estabas cuidando... pero mejor previne.
-Gracias, cualquiera hubiera estado bien.
« Eso no hubieras creído si otra persona te los hubiera comprado blancos » -Pensé.
-¿Gustas algún té? –ofrecí.
-No, gracias, está bien el café.
-¿Te gusta cargado? –Metí la bolsita de té en el agua hirviendo.
-Realmente no suelo tomarlo, pero cuando lo tomo es cargado con poca azúcar para poder despertarme rápido.
-No lo tomas muy seguido, ¿No?
Ella negó con la cabeza.
-Suelo comer... poca cafeína. Así no me hago adicta. –Soltó una pequeña risa.
Un mensaje de texto alertaba a mi teléfono. Rápidamente vi que era de Annabelle y abrí al instante.
"voy en camino a tu departamento, llevo de desayunar"
Sentí miedo y desesperación. Mi corazón se aceleró y no pensé en que ella regresaría y menos hoy. Miré a ____ quien parecía estar tan tranquila. No podía correrla. Debía asumirlo. Todo debía estar bien.
-¿Estás bien?
-Sí. Sí. Tomaré una ducha rápida.
Debía despejar mi mente. Le di varios tragos al té y me quemé la lengua. ____ me miraba confundida y buscaba explicación ante actos tan rápidos e inconscientes.
Me metí a la ducha y comencé a pedirle al cielo que me ayudase a relajarme. Me miraba en el espejo y me encontraba nervioso. No quería lastimar a Annabelle ni correr a ____. No podía ser cruel, pero lo sería con cualquier cosa que hiciera.
"¿Cuánto tiempo dispones de camino?" –Mandé.
Dejé un poco mojado el teléfono. Si me respondía que mucho, tenía la suerte de pensar en algo y verla en otro lugar para que no encontrase aquí a ____.
Me senté en el retrete a pensar, claro, con la tapa puesta. Los jeans estaban flojos, seguro había adelgazado un poco desde aquella vez que los usé por primera vez. O la talla o tela expandió.
"Estoy entrando en la colonia" –Respondió.
Maldije entre dientes. Miré hacia la puerta y me quedé ido en mis pensamientos. Haría más o menos cinco minutos en llegar.
Mi corazón palpitaba tan rápido, estaba a punto de salirme por la ventana y desaparecerme. Sentía que estaba comenzando a sudar de tanto estar nervioso, por lo que salí del baño. Sentí el aire secar mi poco sudor y mi cabello menos húmedo. Miré hacia la cocina y ahí seguía ___. Haciendo absolutamente nada... algo que me llegó a la cabeza como "Es eso". Ella no hacía nada malo... ni yo. Tomé calma.
-¿Estás bien? –Escuché que preguntó desde la cocina.
-¡Perfectamente! –Mentí. Respondiendo desde mi armario.
-Están tocando. ¿Quieres que abra?
Maldije de nuevo. Yo no podía estar maldiciendo tanto... y significaba que estaba muy presionado. Deseaba tener a alguien que me resolviera esto... pero jamás podía afirmar que deseaba no haberla invitado.
-¿Harry?
-Voy, ahora voy. Tú... tranquila...
« Yo debería estarlo »
Salí de la habitación. Me encontré con ella mirándome desde la misma silla, ahora con unos cabellos cayendo de su trenza alborotada. Se veía bien, como siempre. A pesar de no haber tenido una noche excelente.
Caminé a la puerta, abrí lentamente y dejé poco espacio de vista hacia adentro.
-Hola amor. –Me dijo Annabelle.
Besó rápidamente mis labios y me acarició la mejilla. Sonreí. Me alegraba verla, debo aclararlo. Pero no, no debía estar aquí.
-¿Puedo pasar?
«No.»
-Claro, disculpa.
Me hice a un lado y le dejé la puerta abierta. En sus manos llevaba una caja demasiado grande dentro de una bolsa... parecía ser el desayuno.
Caminó usos pasos y se quedó helada al verla...