Annabelle con su cabello recogido con trenza… se veía muy linda. Mi atención se posó en ella cuando me sonrió. Pero no podía creer que ___ estuviese ahí. Estaba asombrado, aunque no debía estarlo. Salí del coche para saludar a ambas. La tienda que había seleccionado Anna estaba detrás de ella, una señora revisaba algunas cosas sobre las instalaciones mientras ___ miraba como me acercaba. Todo estaba siendo tan confuso, no sabía a qué prestarle atención… besé a Anna en la mejilla, dejándola perpleja de por qué no la besé en los labios. Besé a ____ y ella me sonrió, pero no me dijo nada…
-¿Qué hacen aquí? –Intenté romper el hielo.
-Estamos viendo lo último para inaugurarla pronto.
-Bien. ¿Cómo se llamará? –Voltee a ver el título de la tienda… aún no tenía nombre.
-Se llamará “neatness chaste” –Me respondió ___.
-Buen nombre. –Halagué.
Vi como Anna no nos dijo nada, pero su rostro nos indicó la molestia que tenía al vernos hablar.
-Vamos al museo de Arte, -Avisó Anna- Tenemos una alianza con los de ese museo.
-¿En serio? –Preguntó ____.
-Sí, debemos ir a agradecerles por su participación en la futura inauguración.
Poco a poco dejé de prestarles atención… mi mente divagaba en mí. Me imaginaba preguntándole a ___ sobre… lo que sentía por mí. Si es que sentía algo por mí.
Pronto nos encontrábamos dirigiéndonos al museo, donde la joven señora que parecía ser encargada en publicidad con Anna, pidió tomarnos una foto enfrente del museo. Era muy agradable y risueña, era una persona increíble y me alegraba encontrarme con personas así.
Anna hablaba con esta señora, yo miraba lo último del museo junto a ___, quien estaba sin nada en manos… por primera vez en la vida que llevo conociéndola.
Ella se percató de que mi miraba la inspeccionaba, frunció el ceño y rio. Dejándome ver como todo un acosador. Yo reí y tuve que comenzar por pensar en qué decirle.
-¿Alguna vez tienes vacaciones?
-Alguna vez… -pensó- Sí. De hecho, pronto tendré unas semanas libre.
-¿Y qué harás en esas semanas?
Dejamos de caminar, estábamos ya en la puerta de salida del museo.
-Tal vez pasear… por ahí. ¿Tú estás de vacaciones?
-Algo así. –Levantó sus hombros, como indiferente ante mi respuesta- ¿Qué?
-Nada. –Rio-
-Dime…
-No, en serio nada. –Sonrió.
Respondí a su sonrisa con otra… mirándola simplemente.
-¡Es hora! –Gritó Annabelle emocionada- Hemos terminado. ¿Vamos a comer?
-Claro, vamos… -Miré a ___.
Tal vez ___ no estaba invitada, pero yo la invité simplemente agregándola a nuestra conversación.
No llegamos a un restaurante elegante esta vez. Solo habíamos siete personas en todo el lugar, incluyéndonos. La comida orgánica y más natural que pudieron haber creado la vendían ahí mismo. Siendo un apetitoso y poco lujoso almuerzo. Cosa que me gustaba, así me sentía una persona sana.
Annabelle no dejaba de hablar, estaba tan emocionada que simplemente mirarla así me hacía sentir feliz. Por otro lado, ____ se encontraba aburrida. Sus ojos y su posición de mano en el rostro, arrugando así la mitad del mismo; Me afirmaba que tenía razón. Anna desvió su atención en la mujer de carácter agradable y fue el mejor momento para hacer que ____ se sintiera en órbita.
-¿Ahora pedirás espárragos? –Bromee.
Su gesto de aburrimiento desvaneció, viéndome con ironía y riendo un poco; simplemente no dijo más.
-Yo pediré algo de… -Tenía en menú en mis manos, me acerqué a ella y apunté el primero que vi.
-¿Salmón con espárragos? –Preguntó con desagrado.
-No, ese no. –Bromee. Indicando que había visto mal. Bajé mi dedo unos cuantos platillos y caí en un almuerzo menos extravagante.
-Suena… bien. Pediré eso también. –Miraba su rostro mientras ella veía de mi menú. Ignoré lo que me dijo…-
Después de su terrible silencio opté por observar lo que aún seguía apuntando. Eran hamburguesas de hongos portobellos. Bueno, posiblemente no estarían tan mal. Lo tendría que pedir y no retractarme.
Mientras comíamos, Annabelle ya no me dejaba distraerme de ella. Era como si me quisiera tener siempre para ella… ___ ya no parecía aburrida. Burlaba de la actitud de Anna ante mí.
(…)
Anna y ___ fueron a mi departamento. Ambas platicaban en mi sala mientras yo les servía un vaso de agua a ambas.
Casi no había luz en la cocina, pero ellas me lograban ver. No prendí la luz por pereza y para ser un poco menos evidente.
Entregué el vaso de agua a ambas y regresé por uno para mí. Me agaché para amarrar una bolsa de basura que guardaba debajo del lavamanos, debido a que tenía que separar la basura orgánica. Cuando cerré todo y lavé mis manos, volví a agacharme para cerrar las puertillas de ahí. Voltee la mirada hacia la sala para mirar qué sucedía ahí, y encontré la mirada de una de ellas en mí…