-¿Sí?
-Avísame cuando estés allá. -Me doblegué... mi sentimiento me impidió verla más triste.
(...)
-El amor te hace mal... -Decía tocando su guitarra, sobre mi sofá.
-A todos... -me defendí.
-A todos... exactamente.
-¿Qué haré? ¿Qué es mejor?
Suspiró ruidosamente, dejándome ver como todo un inútil en el tema. Armónicamente comenzó a tararear una canción y después quitó guitarra de su pecho. Se sentó, inclinándose hacia mí.
-Vamos a Miami. -Avisó. Reí ruidosamente- hablas con Annabelle, te quitas de problemas.
-El naranja de tu cabello no te hace pensar bien... -Burlé.
-Apuesto a que si haces lo que te digo, funcionará con ___.
-Es que no sé si quiera estar con ella todavía.
-¿Y quieres estar con Anna? -Atacó.
Me di por vencido. Él había tenido el mejor argumento con tanta razón, lleno de pura realidad.
-Te acompaño. -Dijo levantándose dándome una palmadita en una de mis piernas- Dos pases para Miami por favor. -Decía mientras caminaba hacia la cocina.
(...)
Ed y yo habíamos decidido ir en secreto a Miami, arreglar todo con Anna y lograr encontrarme con _____. Todo debía estar cuidadosamente bien planeado. Todo iba demasiado rápido. Pronto me encontraba en el primer vuelo que había encontrado.
Le agradecí al pelirrojo por acompañarme; más de una vez. Él estaba algo harto de mis agradecimientos, pero estaba tan nervioso que no supe cuántas veces le multipliqué la palabra.
Hicimos pocas horas, el clima estaba más caliente. Tal vez era el sol. Tenía dos días para decirle a Annabelle todo. El primer día en Miami fue comprarme una motocicleta, la cual probé por unas horas. Ed había decidido quedarse en el hotel y descansar de sus días libres mientras yo me relajaba en la motocicleta.
Cuando llegué al estacionamiento del hotel, Ed se encontraba esperándome en la banqueta. Como si supiera donde iba a llegar. Me reí al verlo caminando hacia él.
-¡Quítate ese suéter! -Me ordenó entre risas.
-Tenía algo de frío.
-Llegaste casi sudando, ¿Y ahora frío? -Rio- eso es un nerviosismo increíble. ¿Hablarás hoy con ella?
-No, pienso embriagarme un poco para entender que mañana tengo que actuar como adulto. -Ed rio fuertemente.
Aceptó la idea de irnos a beber algo, aunque él no estaba muy seguro de que si quería tomar conmigo. Sabía que yo estaría tan ebrio que perdería el control y arruinaría cosas con Annabelle, por lo cual me hizo eliminar su número telefónico del teléfono. Para evitarnos ese tipo de problemas.
Esa noche fuimos a un karaoke-bar. Ed moriría de risa al verme ebrio sobre el escenario cantando... y eso sucedió. Por suerte no había mucha gente. ¿Quién va a esos lugares en lunes? Nosotros, claro estaba.
Tan pronto como capté, estaba tan ebrio que me estaba subiendo a un taxi. Solo. ¿Y Ed? No sabía. Mi cabeza se perdía en la gravedad y mi boca daba una dirección que no reconocía aún. Estaba pasando tan rápido que vi a Annabelle fuera del coche... con una camiseta que marcaba su cintura pero se le veía increíble. Color azul y de cuadritos... estaba acomodando el nuevo título de su nueva tienda...
-¿Qué hago yo aquí? -le dije al taxista.
-Me ha pedido que le trajese... -Interrumpí.
-No, no, le he dado mal la dirección. Discúlpeme muchísimo. -Le pedí su mano, viéndole a los ojos- lléveme a esta. -Le mostré la pantalla de mi teléfono y lo observó.
Annabelle logro verme... pero el coche ya había avanzado. Las lagunas mentales estaban atacándome.
Mi teléfono vibraba como loco, el taxista no me hablaba y yo estaba completamente perdido en la ventana...
-¡¿Hola?! -Escuché en la bocina del teléfono.
-Ed... edsito... Ed... -Decía.
-¿Dónde te has metido "Hermano"?
-Voy al departamento de ____.
-¿Y dónde está eso?
-Te mandaré la dirección... pasa por mí.
-Ahorita no puedo ir por ti hasta allá... es en la punta de Hollywood. Te cobrarán una fortuna.
-Na... -Reí.
Pronto colgué. El taxista después de un largo trayecto me avisó que habíamos llegado. No estaba tan bien y lo sabía. Toqué al primer número que vi y no era ahí donde ___ vivía. Toqué tres más... hasta que uno de ellos me abrió. Era un edificio altísimo, o lo veía muy alto. Color negro y lucía tan serio y elegante que creí que me sacarían por daños y malos vistazos.
Subí por el elevador. No recordaba cada tramo con detalle, solo sabía que subí a la mitad y ahí me quedé. Había un chico afuera de su puerta, regando una planta horrenda... realmente.
-¿Conoces a ____? -Asintió- ¿Sabes dónde vive? -Asintió y apunto a una de las puertas. Levanté mis cejas triunfante por haberle atinado al piso- muchas gracias. -articulé con dificultad.
Caminé hacia la puerta y toqué más de una vez. Estaba desesperado por verla. Solo no quería incomodarla. Estaba a punto de irme por lo avergonzado que comenzaba a sentirme, pero abrió a tiempo.
-¿Harry? -Tocó mi espalda...