Capitulo 29

78 9 0
                                    

No supe a donde ir, así que simplemente me aparté de la puerta, emparejándola un poco para no hacer rudo. Fingía buscar algo en el suelo de la sala por si me veía despierto y nervioso.

Escuché que venía bajando las pequeñas escaleras... voltee al instante como la persona más nerviosa del mundo. Y me sonrió. Me sonrió... yo sonreí. 


-Buenos días. –Se quedó en la mitad de los escalones... mientras miraba mis acciones-

-Muy buenos días. –Respondí.

-¿Quieres desayunar?

-No, yo... -Interrumpió.

-Pura comida orgánica, si es que te cuidas... O, pedimos algo si es que no te cuidas. –Sonreía. 


Codiciaba desayunar con ella... objetivamente. 


-¿No hay problema si salimos a desayunar? –pregunté. Arriesgándonos a ser vistos por alguien y descubiertos por Annabelle. 

-¿Lo dices por Anna? –No respondí. Elevó sus hombros con cierta apatía- Sabes, No ocultamos nada. ¿No? No debemos temer... 


Yo... sí tenía algo de lo que no quería pero sentía. Señal de que estaba aferrándome a no aceptarlo. 


-Aunque... yo haré lo que tú quieras. –Me dijo al suavizar su rostro. 

-Quisiera desayunar aquí. 


Sonrió. Como si ella pretendiese que yo expresase eso. Se encaminó a la cocina, llevaba un pijama deportivo, muy completo. 

No recordaba que llevase ropa en su torso... pero fue confirmado por mis ojos en esos momentos que la vi caminar por enfrente de mí.

Tomé mi teléfono celular mandándole mi ubicación a Ed, pidiéndole algo de mi ropa. Para no estar con lo mismo del día anterior. 


"En un momento llego, pícaro ;)" –Mandó Ed.


Comencé a oler un delicioso olor a carne, tal vez tocino o algo parecido. Me asomé a la pequeña abertura de vista a la cocina y observé a su bonita silueta dándome la espalda mientras calentaba algo. A un lado se encontraba una bolsa de cartón llena de panecitos en forma de donas.


-¿Te gusta mucho el pan? 

-Sí, -volteó hacia mí- Casi diario desayuno algo de pan. –Sonreía. 

-Bien, nunca he probado esos. –Me acerqué a ellos.

-¿Quieres probarlo dulce? ¿O salado?

-Del sabor que quieras... -Sonreí. Afable. 

-Puedes probar el dulce hoy, después el salado... -Me dijo, evitando el contacto visual. Mientras cortaba de un plátano...

-¿Te ayudo en algo?


Ella negó con la cabeza. Como no me moví de ahí, ella entendió que volvería a preguntar.


-Bien, ayúdame con eso de ahí. –Apuntó unos panecitos partidos a la mitad.


Comencé a embarrarle algo de mermelada a uno de ellos, preparándomelo con lo que me gustaba. Colocándole arriba rodajas de plátano y más. 


(...)


-Tocan. ¿Abro? –le pregunté. 


La veía juntar en una carpeta algunas fotografías.

Ella asintió, pidiéndomelo con amabilidad. Me levanté, y noté que podía ver por ese diminuto agujero. Ed estaba ahí fuera, jugando con un perrillo que estaba enloquecido por verlo. No lo había visto anteriormente. Salí, y él tomó al perro en brazos. 


-Tuve que preguntar a todos, ¿Por qué no me dijiste donde era?

-Perdón. –Reí- Perdóname hermano. 


Volteó hacia atrás de mí y la vio sentada en el suelo. Ella miraba hacia él. Era momento de presentarlos...


-Hola. –Ella dijo. Poniéndose de pie. 

-Hola, Soy Ed. –Le extendió la mano. Él entró como si fuese su departamento. 

-Así que... traes ropa. –Burló mirándome. 

-Eh... sí. –sonreí. 

-¿Quieres ducharte? 


Ed asintió, como si la pregunta fuera para él. Me daba algo de vergüenza, pero necesitaba una ducha urgente.


-El baño está en mi recámara. Puedes... ir... si gustas. Si decides hacerlo, claro. 

-Báñate. –Incitó Ed. 


Simplemente accedí por la vergüenza personal que me causaba oler a ebrio aún. Cuando ella ya estaba impecable. 

Cuando salí, me encontré a Ed con el perrito aún en brazos. Lo tomé, y busqué con la mirada a ____.


-Está hablando con la vecina de a un lado. 

-¿Quién? –Fingí.

-¿Quién? –me imitó en forma risible. Yo simplemente reí. 


Vi que caminó hacia adentro y no cerró detrás de ella la puerta. Me extendió los brazos y por un momento sentí ganas de abrazarla. Era el perro a quien quería, obviamente. Se lo entregué y por míseros segundos nuestras manos rozaron... y mi primer pensamiento fue imaginarme tomándola de la mano en un clima frío... mientras le abrazaba. Ella me miró los ojos, extrañada ante todo... sí. Estaba leyéndome...

You can't fight the feeling. H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora