Al instante habló por teléfono.
-¿Hola? –Soné frenético.
-Hola Harry, lamento no responderte. Estaba en una junta. Por cierto, he cambiado de teléfono.
-Oh, gracias por hablarme y avisarme. Ehm... bueno, ¿Podemos vernos?
-Sí. Pero, es... ya.
-¿Ya?
-Sí.
-No se diga más.___ me mandó su ubicación. No pregunté por qué tan rápido, solo quería verla. Y a decir verdad, me beneficiaba.
Estaba en un evento de publicidad y fotografías. Había un inmenso número de personas. El taxi me esperó debido a que le pedí el favor de quedarse, por si me habría equivocado. Pronto sentí la mirada de muchas personas, una de ellas era ____. Sonreí y ella me sonrió. Mostraba sus piernas, dejándolas ver hermosas con zapatos altos color negro. Un suéter que cubría su short negro color negro y de simulación cuero... ¿O cuero?
Se aceró a mí con unos pequeños saltitos.-Qué bueno que estás aquí. –susurró.
-Qué bueno que te veo. –solté. Solo ruborizó.Volteó rápido hacia atrás y se despidió- sería buenísimo quedarme más tiempo chicos, -avisaba, yo parecía un idiota detrás de ella- tenemos que irnos... después nos vemos.
Ellos le respondieron algo amable. Pero no logré capturarlo. Cuando menos lo pensé, ya estaba dentro del taxi. Entré y cerré la puerta tras de mí.-¿Qué fue eso? –Indagué.
-Fue... una escapada. Gracias al cielo llamaste...
-¿Querías irte? –Reí.
-Sí, estaba hartísima. –sonrió.Todo parecía estar bien... creo que no era necesario hablarlo.
-¿y a dónde vamos? –Preguntó. Sacando su celular nuevo y pasando números a él.
-¿A dónde quieres ir?
-Vamos a... ¿te parece si vamos al departamento? Hay algo que quiero entregarte.
-¿Qué es?
-Es una... botella de vino. No pienses que soy una alcohólica, -se excusó- pero debo dártela.
-¿Por qué?
-Es un agradecimiento por ser excelente conmigo. –Sonrió. Mirándome a los ojos; Directamente a ellos.« bésala » -me incité.
Quise acercarme, pero simulé sacar mi teléfono de la bolsa trasera de mi pantalón. Ella se quedó con ambos labios semi-abiertos...
Hicimos menos tiempo de lo pensado. Estaba tan en la luna que olvidé que no estaba en el mismo lugar que siempre; Que mi hotel estaba a poco de su departamento.-Y dime, ¿qué haces aquí en Miami? –Preguntó mientras abría la puerta.
-Vine a... verte.
-Ah, vaya. Que detalle. –Sonreía.No supe que responder. Me quedaba bastante sin habla con esta mujer.
Agarró la botella de la mesa y me la entregó. Vino tinto, hermosa botella. Sin nombre, solo con la fecha. "1990". Levanté mis cejas maravillado.-Muchas... -Interrumpieron la puerta.
Poco a poco se abrió. El chico que había pintado su pared entró. Sonriendo, ella sonreía... ¿Qué estaba sucediendo? Escuché que se saludaron tiernamente, fraternalmente más que nada. También me percaté del sonido de las llaves cayendo en la mesa. Vi cómo se abrazaron, él me saludó con un simple movimiento de su cabeza.
-¿Estás lista?
-Sí, pero... creo que será más tarde.
-¿Más tarde? –Me entrometí- ¿Tienes algo que hacer?
-Va a practicar "Body paint" –Sonreía emocionada.
-Ah, bueno, yo puedo visitarte mañana... -Interrumpió el artista.
-¡Quédate! Puedes ver como se hace el proceso. Nunca está de más un espectador... y un crítico. –Sonreía.Vaya sonrisa. Seguro este chico era quien le gustaba a ____. Semejante sonrisa... supongo que sí, yo no era quien le dejaba sin sueño.
-Quédate, no tardará mucho. –Pidió ella.
-Bien... -Sonreí.« Sólo porque ella está de acuerdo. »
Se dirigieron a su habitación. Yo los seguí. Me sentía como un mal tercio, pero yo quería estar ahí, viendo que hacía con este chico. Que por razones poco obvias ante ella, me daban celos... demasiados. Tanto que no podía si quiera despegarme de ellos. Estaba tan admirado de su trabajo y tan lleno de celos porque sus dedos tocaban su espalda desnuda... tendría que salir alguna vez a tomar aire. Pero no ahora.
Pronto me di cuenta de que ya había terminado. Cada trazo, cada color. Todo bien hecho. Él hecho un desastre con sus manos, ella casi dormida, relajada, bocabajo, con un bonito chongo que se veía gracioso... sonreí cuando ella volteó a verme.
-Quedó increíble. –Admiré. Él sonrió, dándome una pequeña reverencia con su cabeza- ¿Haces esto todos los días? Digo, -Me explicaba- pintar... su espalda.
« No es que esté celoso, pero, ¿cada cuanto pasas tus yemas por su espalda desnuda? »