Capitulo 41

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Cerré mis labios, se me secó la boca. Miré hacia sus manos, las cuales lucían lejísimos de mi alcance. Tomé su barbilla, acariciando sus mejillas.

-No te quiero convencer con palabras, ¿Sabes? –Solté- estoy ebrio, sonaré grosero... pero no me interesa Anna. No desde que me he dado cuenta de que me estoy enamorando... y no es de ella. Y no pienso en ella. Y la volví a besar, y en el peor momento... pero fue un impulso. Algo que me creará malas expectativas, malos comienzos... -Me interrumpió.
-Respóndeme una cosa. –Asentí- No somos pareja. Y no te pedí que me lo explicaras. Simplemente, ¿Lo volverías a hacer si estuvieras con alguien? –Negué con la cabeza-
-Absolutamente no.

Me miraba a los ojos. No tenía miedo, no tenía nostalgia... estaba segura de que lo que le decía era cierto.

-¿Tú saldrías con ese chico estando con alguien? –Pregunté.
-Ni si quiera me dejaría hacer "Body paint"...
-Bien...
-Si ese alguien fueras tú. –Se apresuró a decirme- si no, no...

Mi corazón latió con fuerza. Tanto que sentí que corría. Mi corazón no se cansaba. Mis labios anhelaban, mis manos comenzaban a sudar en sus mejillas. Ella colocó palmas sobre mis dorsos... y me acarició las manos con sus pulgares.

-Hice apropósito el... invitarlo a cenar.
-¿Por qué? –Pregunté divertido, fingiendo ofenderme.
-Porque tenías el rostro de disgusto más... retratable de la vida. –Burló.
-Creí que no lo notarías.
-Lo noté. Y hasta le abracé... y fingí risas. Eres... demasiado expresivo. –Rio.

Reí. Estábamos hablando tan cerca... ella se acercó a mis labios. Dejando un pequeñísimo, diminuto, casi ilegible beso en mis labios. Yo quería sentirlos más.
Pasé mis manos más atrás, atrayéndola hacía mí. Dejándola a mi disposición, pero también poco a poco liberé mis manos para entrelazar mis dedos en sus cabellos. Ella colocó sus manos en mis piernas, no subió más. Sus suaves labios estaban provocándome un millón de sensaciones, que siquiera compararla con Anna me parecía... me parecía inalcanzable.
Se despegó de mí, dejándome con los ojos cerrados, deseoso...

-Estás ebrio. –Rio un poco- ¿Esto es como aprovecharme de ti?
-¿Tú quieres aprovecharte de mí?
-No, pero... si tú quieres... si no va contra tus derechos... -Rio. Yo solté una pequeña risa.
-Gracias por no juzgarme... -Apresuré a decir, respecto a Anna.
-Gracias a ti por no hacerlo. –Supuse por el chico acuarela.

« No hay de qué » –pensé.

Después de ese beso, de esa confesión, de todo eso... solo me quedaba conquistarle.
Les hablé a mis padres de que llegaría tarde al hotel. Que no me esperasen, que descansaran y divirtieran si es que aún no llegaban.
Ella me dio su cama, y no me negué debido a que mi cuerpo apenas podía con su vida. Ella durmió en el sofá, que justo en ese momento me había enterado de que era sofá-cama.
En la mañana, el olor penetrante de jabón de baño me inundó. Olía como a lavanda o algo así... sandía o frutas rojas...
Abrí los ojos encontrándome con su espalda, llevaba un suéter gris y unos jeans... estaba frente al espejo y me miraba por el reflejo.

-Buenos días. –Sonrió.
-Buenos días...
-No debía despertarte, pero lo hice porque el desayuno se enfriará.
-¿Hiciste desayuno?
-Sí. No hice carne roja... leí que los británicos no comían mucho la carne roja. –Reí ante su investigación-
-¿Y qué has hecho? –Indagué abrazando una almohada.
-¡Waffles! –Exclamó emocionada.

Yo solté carcajadas ante su emoción. Sonreía al verla, abrazaba esa almohada como si no hubiera un mañana.
Busqué mis zapatos para acompañarla a desayunar. Adornó los waffles de una forma en la que se veían tan... estéticos. Se veían apetitosos y yo moría de hambre.

-Jugo de naranja –Apuntó- Chocolate caliente y... frutitas. –Sonreía.
-Gracias.
-A ti, por darme el placer de desayunar contigo. –Jugó con su tono divertido.

Yo sonreía emocionado al tenerla esa mañana.
Sonreía de solo escucharla tan feliz... alegre. Eufórica.
Terminé de desayunar, ella estaba peinando su cabello, haciéndose una trenza. Vi el reloj y me percaté de que posiblemente mi madre y Robin estarían preguntándose por mí.

-Tengo que irme... pero, ¿Podemos vernos más tarde?
-¿Quieres verme en la noche?
-¿No puedes en la tarde?
-Puedo en la noche. –Suspiró- Pero dame la dirección de tu hotel, paso por ti. –Terminó de peinarse.

Pronto ambos estábamos muy cerca uno del otro. Nada de nuestra piel chocaba con la del otro. Incluso nuestro cabello y respiración yacían lejos dé pero nuestras miradas seguían juntas...

-¿sabes qué? Me encantaría mucho que nos
besáramos en este momento. –Dijo suave, dejándome esa sensación de deseo...- Pero yo también debo irme.
Se alejó de mí, quise tomarla del brazo para acercarla a mí. Pero pronto regresó, regalándome fugazmente un beso en los labios. Ese simple choque hizo que mi respiración buscara aire para inhalar...


You can't fight the feeling. H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora