Narra Harry.
Esperé a que llegara. Habían pasado cinco horas desde que se había ido a trabajar. Los pequeños sándwiches de su pan favorito, habían perdido esponjosidad. Los tapé, guardé las frutillas y tomé mis cosas. Era hora de irme.
Las flores, todo... estaba ahí para cuando ella llegase. Avisé al de seguridad que ella estaría rondando por aquí y que escarbaría en una de las macetas de la entrada. Escribí una carta y me dirigí a mi vuelo... era todo el recuerdo que me atormentó desde que la vi irse a trabajar. Posiblemente no era el momento para pedirle seriedad entre ambos, de pedirle formalidad... de decirle que fuera mi novia... mi pareja... mi chica. Como se diga, en cualquier idioma o modalidad. Sentirme decepcionado era cosa de nada... no podía más, debía dejar de pensarlo.(...)
Escuché el timbre. Sentí emoción, me sentía como un perro que corría a buscar a su dueño en la entrada. Lo vi, a ese chico que estaba en el reflejo del espejo... un completo idiota. Un idiota enamorado...
Abrí la puerta. Sus jeans rotos, sus zapatos altos... no tal altos... su cabello arreglado, su saco. Su olor, sus ojos... su presencia... ¡OH DIOS! Sus labios estaban desmaquillados en totalidad, hasta podría decirse que le faltaba humectación... el aire estaba agrietándolos... y no me importaba besarlos así.
Ella se acercó a mí y me besó la mejilla. Estaba bien... no importaba. Pero más tarde un beso en los labios estaría perfecto.-Tengo los labios muy resecos, -Dijo antes de saludarme- ¿Tendrás humectante?
« ¡Claro que tengo! »
-Ehm, sí, ehm... -Balbucee, buscando a mi alrededor- toma. –Dije al encontrar uno cerca del único cenicero de emergencia para visitas. Se lo extendí. Y lo tomó.
La invité a pasar. Parecíamos desconocidos con una tensión entre ellos que... debía romperse.
-Hola. –Finalmente saludó.
-Hola. –Sonreí, estúpidamente.
Me sonrió.
-Te ves hermosa.
-Tú te ves... muy, muy bien. Lindo sombrero.
Ah. Llevaba un sombrero. Una camiseta gris... el mismo pantalón. Ella hermosa. Hermosa y hermosa.
-Mañana... es tu cumpleaños. –Levantó sus cejas, vacilante.
-Mañana... -suspiré- mañana...Hablamos sobre su viaje hasta acá. Su trabajo y sobre todo sentía que había algo que no me decía respecto a su trabajo. Esperaba que fuera una sorpresa enorme.
Salimos por un café. Ella se había colocado otra chaqueta y se había quitado el suéter gris que llevaba. Era porque quería utilizarlo debido a que lo anterior había tenido impregnado el olor al autobús. Sinceramente no me había percatado del olor a autobús con ese perfume que usaba.Utilicé mis encantos indiscretos y coquetee con ella todo el día. ¿Qué más podía hacer?
Había llegado algo tarde, por lo que ya era noche en el momento que regresamos a mi casa. Ella se quitó la chaqueta en cuanto entramos y dejó lo que le quedaba de café sobre la mesita de la sala.-¿Qué planeas mañana? –soltó animada.
-Planeo... que me beses antes de mañana.Ella soltó una carcajada. Dejándome pasmado.
Caminé hacia ella. Utilizando mi discreción. Me senté a su lado y pasé un brazo por el respaldo, detrás de ella. ____ me miró riéndose un poco.-¿Es en serio? –Asentí- Bueno, supongo que yo planeaba que me besaras al verme. Todos planeamos cosas y no pasa. Es mejor lo improvisado, dicen.
-¿Crees?
-Sí.
-Hagamos un ejemplo.
-¿Cómo?
-Planeemos besarnos en diez segundos. –Ella no respondió- ¿Bien? Contemos los dos.
Comenzamos uno... dos... y la besé. Rápido, no tan duradero.-Dijiste que diez...
-No lo planeamos. Y salió bien...En mi mente seguía contando... ya pasaban de diez. Volví a besarla.
-Tampoco planeamos este. Tienes razón. Son mejores los besos no planeados.
-¿Cómo sabes? Lo planeaste en tu mente. –Jugó.
-Porque hay cosas que no se planean... -Afirmé seguro. Como si hubiera sido el comentario más inteligente que haya dicho.Ella rio, y se recargó en mi hombro. Yo voltee su rostro hacia mí, y cada que le dejaba un beso en los labios le indicaba que no estaba planeado. Nos encontrábamos en una situación propia de describir como: Tentadora.
Me gustaba sentir la piel de sus piernas en mis palmas, siempre tenía muy bien humectadas sus piernas. Mis palmas nunca estaban rasposas y la combinación de ambas... era una sensación que repetiría una y otra vez.
Me gustaba su olor, podía hacer hincapié en ello toda la vida. Me fascinaba como su cabello se enredaba en mis dedos, era como si me pidieran que no la soltara. Era extraño, me parecía tan diferente todo esto, me intrigaba, me agradaba... me fascinaba.
Llegó a mi mente aquel último día... sin tan solo pudiera dejar de besarla y recordárselo... pero creo que mi corazón me hacía sentir la necesidad de no separarla de mis labios...(...)
Sentía húmedo mi rostro, no lo sentía goteando, lo sentía frío. Cada que me levantaba más, que hacía que mi mente estuviera consciente, sentía más sus manos, sentía más sus yemas en mis mejillas. Estaba regalándome tiernos besos... apenas logré abrir mis ojos cuando la encontré. Habíamos pasado una noche increíble y ella hacía mi madrugada aún más increíble. Busqué su cuerpo con mis manos, sin antes poder ver bien. Cuando logré abrazarla, ella soltó una pequeña risa y un grito ahogado. La abracé, ella estaba sobre mí, no llevaba ropa... nada... y yo sonreí al notarlo...