Mi pecho tenía una serie de ráfagas de latidos de mi corazón. Sentía el aire en mi piel pero una humedad creíblemente posible solo en un lugar... "Miami".
Su habitación estaba completamente oscura, ella estaba en su cama, llorando junto a un montón de pañuelos y sintiéndose tan miserable como se veía.
-Tranquila. –Dije sin estar seguro- todo estará bien.Ella no me escuchaba. Grité su nombre las veces que pudiese ser posible que hasta su vecinos me escuchasen.
-¡____! Escúchame...
Mi pecho se afligió, mi cuello me dolía y mi mano hormigueaba. Un sollozo increíble sonó de la voz de ___. Mi piel se erizó y pronto me sobresalté sobre mi cama.
Mi mano estaba completamente doblada, y totalmente acalambrada. Estaba sudando y recordé que mi ventana estaba cerrada.
Vi la hora de mi teléfono y eran las nueve, y tenía un mensaje de ____, desde hace tres horas."Te quiero." –Únicamente mandó.
¡Estaba aniquilándome ese distanciamiento!
No me importó y llamé...-¿Hola? –Saludé al compás de escuchar la bocina destaparse.
-Hola –Escuché su voz un poco... triste.
-¿Estás bien? Perdón, quiero decir... ¿Cómo estás? –Fui nervioso.
-Estoy... apenada. He tenido una pérdida muy grande.Ella hacía un gran esfuerzo por no llorar... y yo estaba deseoso de abrazarle.
-¿En dónde estás? –Me senté en la cama, buscando mis zapatos para ir a buscar un vuelo. Estaba completamente desesperado.
-En el Hotel Figueroa de Downtown...
-¿Estás en Los Ángeles?
-Sí...
-¡Yo vivo ahí!
-Lo sé...
-¡¿Por qué no me has dicho?! –Me quedé inmóvil...
-Porque... no quería envolverte en esto...
-Ya entiendo... -Suspiré- ¿Estás sola?
-Mi madre está conmigo.
-¡Ah qué bien! Será bueno conocerla.
-¡Harry! –Logré hacerla reír un poco- estaría bien que vinieses... ¿Podrías?
-Así es, no tardo. Tranquila... llegaré. –Colgué.(...)
Después de acomodar ropa en un bolso de viaje y de los cuarenta minutos de camino al hotel, logré llegar sin más. Me encontré con muchos familiares de negro reunidos en el Lobby. Me encontré también con esa bonita cabellera de la mujer que estaba interesado de ver a unos pasos de mí. A su lado estaba una mujer con lentes oscuros, un poco más morena que ____ y con más edad. Ella podría ser su mamá. Ella me miró cuando posiblemente haya sentido mi presencia. Yo me encaminé rápido para abrazarla y ella no logró ponerse bien de pie antes de mi abrazo. Justo la abracé y escuché como berreaba en mi hombro. Su mamá nos dejó solos, dejándome incómodo y ansioso por presentarme decentemente.
-Tranquila... -dejé de abrazarla para mirarle su bonita cara.
Le quité los lentes que llevaba y observé sus bolsas en sus ojos. Y fuera de eso... la tristeza que emitía.
No obstante, no evité hacer preguntas.
La persona que había trascendido, era uno de sus más cercanos tíos, al parecer, hermano de su madre. Él había sido tan importante para ella como respirar. Eran una fusión de diversión –a lo que me platicó- y siempre estaban pasándola bien. Era quien le ayudó, le apoyó –Y todo sinónimo- para seguir su carrera. Y lo había conseguido. Era a quien le dedicó su título, a quien le agradeció perennemente.
Su desahogo la hizo sentirse más libre de cambiar de tema.-Ya no quiero llorarle.
-Hazlo...
-No... -Rio un poco al limpiarse las lágrimas-
-¿Por qué no? descárgalo todo.Comencé a hacer movimientos con mis manos, como si fuera a hacerle una de esas "Limpias" que hacían.
Ella rio.
-No es momento de reírme. –Susurró- creerán que estoy festejando.
-Solo quería verte sonreír. No lo haré de nuevo. –Prometí. Aunque volví a hacerla sonreír.
-Gracias infinitas... por venir. –Tocó mi rodilla con su mano- ¿Te quedarás a vivir conmigo o por qué la maleta? –Preguntó mirándola.
-Me encantaría tu propuesta. La acepto. –Bromee. Ella ahogó su risa.
-Perdóname por no responderte.
-Ya está, no te preocupes ahora.
-¿Mañana debería? –Bromeó.
-No, ya nunca te preocupes del pasado porque fue ayer. –Filosofé. Levantó sus cejas, en forma expectante.
-No sé si sea moral, pero deseo darte algo.
Levanté ambas cejas, imitando su acción.
-¿Qué es?
-Cierra los ojos. –Dijo sonriente. Volviéndose a poner los anteojos oscuros.
-No, quítatelos... tus ojitos son chistosos. –Intenté amenizarla más. Ella sonrió y no se los colocó de nuevo. Yo cerré los ojos a cambio de que se dejara quitar los lentes...-No los abras hasta que yo te diga.
-¿Qué es?
-Si dejases de hablar estaría perfecto...