Louise y ___ llegaron a sentarse en cuanto estábamos viéndonos de manera retadora.
Antes de que ellas llegaran había intentado conseguir contacto con ella, pero su indiferencia fingida me estaba provocando sensaciones interesantes.
Louise cambió de asiento con ____ y yo sentía teniendo frente a mí a la rubia de la cual aún no sabía el nombre. Y no lo había preguntado para al final tener el pretexto de acercarme a preguntarle y seguido invitarle a salir.
____ entregó el dinero que cubriría su comida, debido a que tenía que abandonarnos.-¿Te vas? –Pregunté vagamente.
-Si -Terminaba el último bocado de su pequeña ensalada, la cual dejó al final-
-¿Por qué? –Indagué.
-Tengo una cita de trabajo, -Sonrió afectuosa… de nuevo-Estaba a punto de preguntarle más cosas cuando ella misma respondió todo.
-Cita de trabajo en una página on-line, donde estaría yo haciendo conjuntos para catálogo.
-Interesante… -Admiré- mucha suerte. Te contratarán. –Sonreí.
-Muy amable, gracias Harry. –Sonrió con bastante simpatía.Me gustaba esa sonrisa tan tierna que iluminaba su rostro, era demasiado amigable.
Se levantó, dejando en cada uno un beso en la mejilla. El acercamiento que tuvimos en aquel beso me dio aquel golpe de aroma en la nariz. Haciéndome sentir antitético.-¿Sucede algo? –Preguntó la rubia ante mi desconcierto al verla partir.
-Nada. Solo que… es simpática.
-Claro que sí. –Dijo ella, dejándome ver una línea pequeña de celos en ese tono altanero.Igual le juzgaba, pero me evitaría problemas el conocerla mejor para confirmarlo por mí solo.
Louise había sido la indicada para ir a buscar nuestro coche, como “pretexto” para dejarme solo con aquella mujer.-Entonces, ¿tú nombre es?
-¿Hasta ahora preguntas? –Irónicamente soltó.
-Posiblemente hasta ahora he podido hacerte la pregunta… con todo respeto, claro.
-Annabelle Kleyton. –Sonrió, dejándome ver la hilera perfecta de sus dientes blancos.
-Harry Styles. –Bromee, entregándole mi mano.Ella sonrió de oreja a oreja, cohibida, tímida y sonrojada.
-Estaría bien salir algún día. –Dije.
-No lo sé.
-Mañana…
-No sé si pueda. –Intentaba hacerse difícil.
-¿Esta noche? –Insistí.
-Me parece que tengo un espacio… a las nueve. En esta dirección… -Me entregó la tarjeta de su edificio-
-Soy puntual…
-Tal vez yo no. –Tocó mi hombro, indicándome que esta noche no sería una simple noche.Louise llegó y me miró coqueteando con esta chica. No me dijo absolutamente nada, solo sonrió.
(…)
Subíamos en el elevador del hotel y ella planteó una conversación.
-No creo que sea buena idea meterte en ese… lugar, Harry.
-¿Cómo? ¿Cuál lugar?
-Ella es… bueno, no te gusta en serio… ¿Verdad?
-Me atrae…
-Bueno, está bien. No me meteré, solo que ten cuidado con… todo.
-No te entiendo.
-Suele ser muy… interesada. Sin ofender. Tú sabes lo que haces, sé que estos comentarios te irritan… pero solo no quiero que te lastimen porque te quiero. Ignórame si quieres, es algo que tenía que sacar.
-Está bien. –Sonreí y le abracé.Fuese como fuese, tal vez conmigo podría ser diferente.
Me arreglé para esa noche, colocándome una pañoleta en la cabeza como siempre, camiseta y pantalones negros. Estaba listo para verla.
Estuve quince minutos tarde a la hora dicha, debido a que me había advertido de su impuntualidad. Afuera estaba un coche Cadillac actual; que recordaba haber visto, posiblemente era de Annabelle.
Entré al edificio para ser el más educado, debía ir a buscarla hasta su oficina. ¿O qué clase de cita sería? En el elevador me topé con la secretaria la cual ya me reconocía. Subí al piso equivocado, encontrándome con ese olor familiar.-Buenas noches. –Les dije a los presentes.
Intentaba buscar el proveniente de ese olor delicioso. Miraba a las chicas que estaban ahí las cuales sus miradas se posaban en mí, posiblemente reconociéndome o pensando que soy un completo loco. Pronto miré al elevador y pensé en tomar en serio la cita de esa noche, llegando un poco más temprano de lo impuntual que es Annabelle.
Aplasté el elevador hacia arriba y saqué mi teléfono. Sentí que esos tres minutos perdidos eran demasiado tiempo para la impuntualidad.
El olor me inundó hasta la vista. Miré mis pies por alguna razón y me encontré con unas botitas negras que me eran conocidas. Sus piernas esta vez no iban descubiertas, sino venían disfrazadas con unos jeans rotos pero no se le veía nada de piel aún. Miré hacia arriba y me encontré mirándole a una tableta, con mucha ropa en fotografías.