LETIZIA*****
Siempre me di cuenta lo hermosa que es mi suerte, más aún de la traicionera niña que crie todo este tiempo para que me abandonara, sola y con un incómodo ambiente junto a mi hijo.
Decidí hacer como si nada y empecé con mi rutina de ejercicios, había venido en la madrugada para entrenar a Celeste y pues cuando Edward llegó ya cuando habíamos terminado, solo que yo siempre me quedaba para entrenar un poco más.
-Mama -escuche que decía Edward después de unos minutos.
Mi cuerpo se había paralizado al escuchar como me llamo, gire y con la mirada le dije que continuara.
-Siempre vienes a hacer ejercicio aquí -pregunto
Me sorprendí un poco por la pregunta y como no me incomodo respondí con una sonrisa.
-Si, es un buen lugar para dejar las preocupaciones a un lado -el asintió ante mi comentario.
Mi pequeño Edward, su cabello castaño como el de su padre y los ojos agua también sacado de su padre, mientras Ana era la única que había sacado todo de mi a excepción del cabello que era como el de su padre.
-Mamá -volvió a decir Edward sacándome de mi ensoñamiento.
-Porque sigues llamándome de esa forma -dije, arrepintiéndome de mis palabras -no respondas, lo siento.
Me pare apresurada, aliste mis cosas lo más rápido posible, cuando ya estaba saliendo del lugar vi que Edward seguía en estado de shock, mis palabras habían sonado como si no quisiera que me llamara de esa forma, ah pero que bocaza fui, me reñí.
-Espera -me detuve -porque eso es lo que eres para mi.
Me voltee y lo vi, si había algo que toda madre puede hacer es conocer a sus hijos mejor que nadie, Edward está abriéndose conmigo y necesitaba uno de mis abrazos como se le daba de pequeño al ver sus hermosos ojos acuosos.
Me acerque y lo abrace, aunque haya pasado mi talla, eso no decía que no se pondría a llorar en mi hombro.
-Te extrañe mucho -dijo llorando, mientras yo también lo hacía -no me dejes otra vez y lo siento.
No comprendí porque lo de su última frase, pero lo abrase con todas mis fuerzas.
-No me volveré a ir -dije afirmando mis palabras -y yo soy quien lo siente.
-Es que yo tengo algo que contarte .
Me separe, negué con la cabeza y seque sus lagrimas junto con las mías.
-Se que me lo dirás cuando estés listo -bese su mejilla.
Después de ese encuentro entre madre e hijo conversamos un largo rato, para que decirlo casi todo el día, le pedí que me contara todas sus aventuras desde que me fui, me contó todo lo que hizo durante durante estos años, evitando el tema de su padre y hermana. Pero por lo que me contó me di cuenta que hay una parte de la historia que no me conto, mejor dicho de los primeros mese que me marche, ahí entendí que hay algo que hizo durante esas fechas, de ahí su arrepentimiento.
Deje mis pensamientos a un lado, y esperaría a que el me lo contara.
Luego cada uno se fue a hacer las cosas que teníamos que hacer, pero él haciéndome prometer que cuando regresamos a Yeil le entrenaría en defensa como cuando era pequeño.
ANTONIO*****
Ya llevamos otro día más en este país, por lo que me había dirigido a primera hora con mi mayordomo a el rey de Temrres diciendo que nos vamos mañana a primera hora, respondiendo él que antes necesitaba hablar conmigo, los motivos los sospecho.
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La reina de la máscara
RomanceEl tiempo que dejas algo y a sido lo suficientemente largo no sabes lo que pudo haber cambio, pero ella eso lo sabía bien, entreno con éxito a su sucesora, su deber está completo y su país de origen en un estado mejor que bueno. Olvidó un pequeño de...