Hoy era el día de la fiesta de bienvenida en mi honor, durante la mayor parte del día, mis damas se la pasaron arreglando me, recibí la visita de América y Sofia, nos la pasamos charlando y me contaron de tenía unos hermosos sobrinos.
-Let -escuche que me llamaron de la puerta de mi habitación -no sabes cuanto te extrañe.
-Amelia -la reconocí al instante.
Me levante y la fui a abrazar, ya estaba muy grande toda una jovencita. Amelia es la hermana pequeña de Antonio y Mer que no la había visto desde que llegue a Yeil.
-Pero donde has estado todo este tiempo -dije separándome.
-Eso debería preguntar yo.
Me reí -de seguro ya lo sabes por el comunicado oficial.
-Que estabas enseñando a la princesa de Temrres, como una tradición real -asentí -pues al parecer no hay suficientes maestros ahí para educar a una sola princesa.
Me encogí de hombros -Ahora si responderás a mi pregunta.
Ella dejo de sonreír y con un suspiro se sentó el sofá de mi habitación y yo hizo lo mismo.
-Desde que descubrí a una mujer embarazada y que fue traída por Antonio a las alas más alejadas del palacio, decidí irme a vivir a otro país, a la vez que estudiaba en el extranjero y cuando me enteré que regresaste, tomé el primer vuelo, que no me iba a perder tu fiesta de bienvenida.
-En todo este tiempo te volviste más habladora.
Ella rio y asintió, así que Antonio trajo a una mujer al castillo, que de seguro es la madre biológica de Luna, pero donde está ella y que le sucedió, más aún quien era para mantenerla tan oculta.
-Amelia -ella me miro -sabes quien era esa mujer.
-Antonio no dejo que nadie descubriera la verdad -empezó a contar -pero un día me escabullí y solo pude sacar una pequeña información, era una de las esposas de algún miembro del consejo.
-¿Qué?
-Eso fue lo que descubrí, no entendí que es lo que estaba sucediendo, pero como Antonio en ese tiempo se estaba volviendo insoportable me fui, lamentó tanto haberme ido sin pensar en mis sobrinos.
Bajo la cabeza en tristeza, pero la entendí, cualquier cosa que está ocultando Antonio debe ser algo bien grande, como para no querer contárselo a nadie y yo también le entendía a él.
-Tu no tienes de que ponerte triste, más bien me da gusto que pudieras seguir tu propio camino y mírate ahora eres muy linda y lo más importante feliz.
La abrace y nos reconfortamos las dos, guardaba la esperanza que esto en algún momento se arreglaría.
La fiesta ya había comenzado y hace un momento había hecho mi entrada, Antonio y yo dimos el baile de apertura y ahora me encontraba tomando una copa, por que mi acompañante se había ido a socializar y con los tacones que traía no me daban ganas de moverme de mi sitio.
Veía como Ana hablaba con algunas de sus amigas, se le notaba muy feliz, sonreí al parecer se la estaba pasando bien, busque con la mirada a la pequeña Luna pero no pude dar con ella.
Al levantar mi copa para darle un sorbo, me encontré con unos ojos que me miraban fijo al llegar frente mío me miro de arriba hacia abajo, me dio una arcada interna y mantuve mi posición fría e indiferente.
-Mi reina, los años no le hacen justicia, que hermosa que esta.
El hombre que más detesto se me acercó y extendió su mano para saludarme con un beso en mi mano, no se la di y sentí con la cabeza, él entendió y terminó haciendo una reverencia para no quedar en vergüenza ante mi rechazo.
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La reina de la máscara
RomantizmEl tiempo que dejas algo y a sido lo suficientemente largo no sabes lo que pudo haber cambio, pero ella eso lo sabía bien, entreno con éxito a su sucesora, su deber está completo y su país de origen en un estado mejor que bueno. Olvidó un pequeño de...