Capitulo 4

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LETIZIA*****

El tiempo que Rin demoró en acostumbrarse a la venda en los ojos fue un mes, al principio se perdía constantemente y tenía que ir a buscarla para traerla de vuelta a casa, pero ahora por lo menos puede salir y regresar por sí sola, lo demás está por verse, ella piensa que será dentro de poco que le quitare la venda, no es así ya que el tiempo con este entrenamiento dura mínimo un año y de ahí todo dependerá de cuanto a mejorado la persona en entrenamiento.

Solo espero que hoy que se lo diga no se enoje o de una reacción negativa, aunque no se si sea inevitable.

-Rin, puedes venir - le llamo.

-Si -hago que se siente a mi lado.

-Quería decirte que no te dije cuanto dura el entrenamiento en vendaje -la mire atenta.

-Cuanto tiempo dura -pregunta dudosa.

-Podríamos decir un año -lo dije rápido.

-¡¿Un año!? -se paró sorprendida.

-Mínimo -recalque la última palabra.

-No, no, no... -empezó a dar vueltas en círculo.

La tuve que calmar explicarle detalladamente del porque y pues de ahí enojo, llanto y una pequeña ahora dormida en mi brazos.

Con cuidado la levante entre mis brazos y la lleve a su cama a dormir, ahí profundamente dormida y cubierta por la cobija, me recordó a esos dos pequeños niños que tanto amo.


Diez meses después...

Un año había pasado, ahora estamos en un entrenamiento Rin y yo, con el pasar el tiempo se había acostumbrado totalmente a una vida sin visión, claro que aparte de solo enseñarle a vivir sin ver, cuando estuvo completamente acostumbrada a vivir con la venda alrededor de los ojos empezó el verdadero entrenamiento.

Aprendió y desarrolló su audición, el sentido de orientación, reconocer espacios, pelear y reaccionar cuando se le lanzaba o acercaba algo, atrapar cosas, entre otras que le ayudaron ahora a poder encontrarme con los ojos vendados.

-Te atrape otra vez -dijo triunfante Rin.

-Muy bien devuelta a casa.

Ajuste mi vendaje, lo que Rin no supo durante este tiempo es que yo también desde que empezó su entrenamiento la mayor parte de tiempo utilizaba la venda en los ojos.

Llegamos a casa y aliste todo para salir de picnic con Rin, para ver el hermoso atardecer. Hoy le daría una sorpresa. Ya listas, nos encaminamos y cuando estábamos por llegar me quite la venda y la guarde en mi bolsillo doblándolo para que cava.

Mire a una contenta Rin caminando, faltaba poco para que el sol se ponga. Nos sentamos acomode todo y cuando faltaban segundos para el sol esté en su resplandor en el atardecer me acerqué a mi hija y le quite la venda.

-¡Sorpresa! -le sonreí.

Rin me miró asombrada y me dio una gran sonrisa después, miró hacia el atardecer y unas lagrimas salieron de sus ojos, cuando de la nada se abalanzó sobre mí y me abrazo llorando, yo también derramé unas lágrimas.

-Lo has logrado -dije feliz -te has superado a ti misma, ahora viene lo más fácil.

Nos quedamos un tiempo más en el campo, Rin se llevaba bien con los campesinos y algunas familias del lugar que tenían sus mansiones. Después de ese lugar viajamos a diferentes pueblos dando apoyo por medio de la fundación de mi padre, convivimos con las personas necesitadas, vivimos junto a ellos y hicimos diferentes cosas apoyándolos.

La reina de la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora