Capitulo 30

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ANTONIO*****

Camine con dirección a mi habitación a descansar, pero aun seguía en mi la duda de si fue correcto decirle a Letizia de quien es la persona que sospechaba.

Mas también creo todo esta situación no hubiera pasado si la hubiera escuchado hace muchos años atrás.

-An no puedes dejar que sea un concejal -se negó Let, persiguiéndome.

-No puedo hacer nada el concejo ya lo hizo uno de sus miembros -dije entrando en nuestra habitación, me gire a mirarla -Míralo por el lado bueno gracias a él tu también fuiste aceptada.

Ella hizo una cara que me saco una sonrisa, me acerque y la atraje a mi en un abrazo, la bese y me separe.

-Ya veras que no es una mala persona como tu lo piensas.

Sonreí irónicamente, ella tenia razón, al parecer el sexto sentido de una mujer hay que hacerle caso cuando así lo dice.

Al día siguiente, estuve desde primera hora en mi despacho, el desayuno fue tranquilo y no tan incomodo como los primeros días que llego Letizia. Edward, seguía siendo muy apegado a su madre, por otro lado Ana se la veía más tranquila, aunque no dijo ninguna palabra en el desayuno, por otro lado mi pequeña Luna, descubrí que era muy curiosa, ya que no paraba de mirar a Letizia cuando ella se distraía.

Los ojitos de Luna brillaban cuando la veía, lo cual me dio una extrañeza, algo se me vino a la cabeza pero lo descarte.

-Papa -escuche que me llamaban -puedo pasar.

-Si, adelante Edward.

Mi hijo ingreso y me dio un documento, lo inspecciones, trata sobre la fiesta de bienvenida en honor al regreso de la reina.

-Quieren que lo autorice -él asintió -se lo han comentado a tu madre.

-No todavía no lo sabe, pero creo que tiene una pequeña idea, el tío Cristhian se lo comento.

Moví la cabeza, Cristh no pudo cerrar su boca.

-Entonces avísale que la fiesta será dentro de una semana y en la noche.

Edward asintió, firme el papel y se lo entregue, él estaba a punto de retirarse, pero lo detuve, creo ya es momento de darle un trabajo que le corresponde al príncipe heredero.

-Edward -el me miro serio -quiero que representes al país en una asamblea que se realizara en el extranjero -se encontraba asombrado -así que debes prepararte, partirás fines de este mes.

-Lo dices enserio -todavía no salía de su asombro.

Sonreí -creo que estas lo suficientemente preparado para empezar a cumplir con los roles de heredero, pero quiero que lo hagas de a poco.

Edward asintió y se retiro podía notar que estaba feliz, después de mucho esfuerzo por su parte ya era hora de que sea recompensado.


LETIZIA*****

Edward me aviso de la fiesta de bienvenida que me estaban organizando, en cierta parte ya me había enterado un poco de lo que Edward me confirmó.

La fiesta se realizará esta semana que viene, pero lamentablemente mi hijo no estaría presente por los deberes reales que le encargo su padre, por lo que estoy muy feliz por él, al fin podía desempeñar su papel de príncipe heredero.

Después todo el día me la pase eligiendo que vestido me pondría y cumpliendo con algunos deberes reales.

Por la tarde, cuando el sol se oculta entre los cerros, caminaba por el jardín que tanto me gustaba, el jardín de la reina, me recordó al primer beso. El olor que desprendían de las rosas eran tan fragantes, que me senté en el suelo a apreciarlas.

Escuche a alguien que se acercaba, gire hacia el lado opuesto por el que se ocultaba el sol y no vi a nadie.

-Ahh -escuché un pequeño grito agudo.

Gire hacia el otro lado y aquellos cabellos dorados se iluminaron con los rayos de sol.

-¿Estas bien? -la ayude a levantarse.

-Gracias -dijo Luna con voz delicada.

-Que sucedió par que terminaras chocando contra el suelo -pregunte mientras la ayudaba a sacudir su hermoso vestido celeste, que se había ensuciado con el polvo de la caída.

Ella me miro con una carita, que si no fuera porque ya había recibido esa carita de cachorro mojado muchas veces, me daría ternura, pero en este caso no, alce la ceja mostrándole que me tenia que contar lo que sucede.

-Bueno -empezó a contar con la cabeza agachada y moviendo su piecito, me miro -me escape de mi niñera -abrí los ojos asombrada -me aburre estar encerrado y no hay nadie con quien jugar -sobo sus ojitos -y mas cuando papá esta siempre ocupado.

Me puse a pensar es cierto desde que llegue Antonio no para de estar todo el tiempo en su oficina.

-Quieres pasear por el jardín conmigo -la pequeña Luna sonrió y movió su cabeza en afirmación.

La tome de su pequeña mano, y caminamos por el camino de piedras, en silencio apreciamos el paisaje.

-Sabes cuando esos muros no estaban -le conté de aquellos recuerdos -el atardecer era mas hermoso porque podía ver el inmenso pastizal y el bosque, y podía montar a caballo cuando el sol caía.

-Caballo!! -se emociono.

-Si, montaste a caballo alguna vez -negó e hizo un puchero con sus labios, reí -te puedo enseñar, si deseas.

-Si!! -dio brinquitos -podre montar a caballo como Edward y Ana.

-Pero no lo harás sola -le advertí, si se lastima Antonio me mata -yo montare a caballo contigo, trato -extendí mi mano o lo que que ella lo apretó y acepto.

Cuando me fije en que ya era hora de regresar la lleve su habitación, en el camino me di cuenta de algo, porque si Luna era la hija de Antonio dormía en una de las habitaciones mas alejadas a las habitaciones reales, ni siquiera en la de invitados.

Al llegar a la habitación de Luna, ya era de noche, por lo que la cena ya estaría servida dentro de media hora, llame a su niñera para que la aliste para la cena...

-Mi reina no es muy bueno que ella asista a todas las comidas en el comedor real, por lo que hoy se le servirá la comida en su habitación, el rey lo ordeno así.

Me quede con extrañeza, pero asentí al ver a Luna tranquila como si fuera normal, seguía jugando con sus juguetes.

-Luna -la llame, ella vino corriendo hacia mi -me gusto mucho a ver paso un rato contigo, un día de estos saldremos a cabalgar, ¿esta bien?.

Luna asintió, me pare de lo que estaba agachada y con una sonrisa y movida de mano me despedí.


LUNA*****

-Nana, si ella es la esposa de papá -corrí en mi habitación feliz y me pare frente a mi nana -crees que quiera ser mi mamá -susurre al final, y mire ansiosa a que mi nana me respondiera, pero ella solo abrió los ojos grandes, como los dibujos de búhos del libro que leía.

-Pequeña señorita -se acerco mirándome con esa mirada que no me gusta, de tristeza y compasión -no debe volver a hablar sobre ese tema y menos enfrente de la reina, podría incomodar a su majestad.

-Pero yo siempre quise tener una mamá, y ella me cae muy bien -hice un berrinche.

-Señorita la cena ya llego -sonó la puerta -no hablemos más de esto.


La reina de la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora