3. Ansiedad

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Jackson

Llevo una cuenta mental de cada día que ha pasado desde mi fatídica boda, es algo como una obsesión, desde que era pequeño contaba las veces que mi padre llegaba ebrio a casa, las películas que veía, la cantidad de veces que salía mi personaje favorito, incluso llegue a tener una lista de todas las veces que había visto a mi hermana drogarse, a veces hacía listas en una libreta, hasta que la perdí y tuve un ataque de pánico en la escuela, después mi psiquiatra me recomendó hacerlas mentalmente y me ha funcionado a la perfección.

Nueve días, dos horas, quince minutos y siete segundos, ocho, nueve, diez.

A veces es una mierda, bueno, en realidad siempre es una mierda, estar cansado todo el tiempo, el insomnio, temblores, las dificultades para respirar, estar enojado todo el tiempo, a veces es demasiado cansado existir, solo me sentía tranquilo cuando ella estaba a mi alrededor y tuve que arruinarlo con mi pánico insistente de perderla, tuve que alejarla de mí con mis mierdas, es lo que siempre hago con la gente a la que le importo.

Por eso jamás le dije a Abby lo que ocurría conmigo, sentía pena, dolor, me sentía un bicho raro entre toda la gente normal que la rodeaba, entre todos los chicos que iban detrás de ella y cuando Shawn llegó a su vida comenzaron las migrañas, no podía concentrarme, no podía dejar de estar excesivamente enojado o irremediablemente triste, entonces comencé a portarme como un patán, ahora pienso que, muy en el fondo sabía que ella sería más feliz con él de lo que sería conmigo, por eso quise estropearlo, por eso quise dejarla ir, hasta que se fue de verdad.

—¿Jackson?

Escojo víveres del supermercado mientras empujo el carrito y Ross camina detrás de mí sin despegar la vista de su celular, ha estado así veinte minutos enteros como si fuera un zombi y su única forma de continuar viviendo son los mensajes que recibe de Adam.

—¿Sí? —miro a la desconocida.

—Soy Olivia —me sonríe—, Olivia Howard.

—Lo siento —niego con la cabeza.

—Nos conocimos en la fiesta de compromiso de Gertrude Owenson.

—¿Cuál de todas? —le sonrío.

—La reciente.

—Claro —asiento—, no es muy clara para mí.

Aquella noche Abby había terminado conmigo, estaba enojado, era un imbécil y tenía que olvidarme de todo, así que bebí en exceso como suelo hacerlo y al día siguiente estaba con la novia de Demien.

—Yo era con la que te encerraste en el baño.

—Dios —cierro los ojos—, lo siento tanto, Olivia.

Ahora la recuerdo, vestido blanco, cabello rojo intenso recogido en un chongo alto, aspirante a actriz, amiga ''intima'' de Mónica que en realidad no conocía lo suficiente y con un collar de plata con una O.

—Ahora recuerdas —se ríe.

—Si.

—Olivia —alguien grita detrás de mí—. ¿Cómo estás?

Ross por fin ha dejado su teléfono y abraza a la chica.

—Bastante bien, tengo un papel en Blood.

—No me digas —se separa de ella y continúa sonriendo—, eso es asombroso, ¿Qué serás?

Su pregunta suena graciosa viniendo de él, por su manera de expresarse, nunca sabe bien que preguntar, así que grita lo primero que le sale de la mente.

Cuando Un Infinito Termina (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora